El talento de hoy, el talento de mañana
Arranca la tercera edición del concurso Consejero delegado por un día
De universitario a alto directivo durante una jornada. Esa es la experiencia que han vivido 15 jóvenes gracias a la tercera iniciativa organizada por EL PAÍS y las consultoras Ray Human Capital y Odgers Berndtson. El concurso Consejero delegado por un día ha llevado a estudiantes que sueñan con el mundo de la empresa hasta los despachos de los altos directivos de 15 grandes compañías.
Todos los aspirantes a convertirse en el jefe durante un día pasaron un duro proceso de selección, realizado a imagen de los que pasan los directivos que aspiran a puestos de trabajo reales. Realizaron pruebas online, entrevistas presenciales, exámenes escritos y pruebas en grupo, en las que tuvieron que demostrar que tienen talento y liderazgo para gestionar equipos, tomar decisiones y enfrentarse a situaciones difíciles.
Cientos de estudiantes universitarios participaron en la tercera edición de este concurso, por el que ya han pasado 11.500 jóvenes entre las tres convocatorias. Quince fueron los elegidos para la última etapa, que consistió en compartir una jornada a los mandos de una gran compañía. Con menos de 25 años, han visto los despachos más nobles, han asistido a reuniones y han vivido en primera fila una apretada agenda de responsabilidades. Para conseguirlo han tenido que competir con los mejores y demostrar su talento. A cambio, han pasado un día acompañando a un alto ejecutivo en su puesto de trabajo. Los 15 han visto durante una jornada las entrañas de alguna de las empresas más importantes de España. Y han tenido un tutor de lujo que les ha enseñado desde su día a día en qué consiste la labor de capitanear una empresa. Dirigir un banco. Gestionar un gigante asegurador. Llevar a lo más alto una empresa de consumo. Exportar a medio mundo un producto tradicional. Lanzar o relanzar una compañía. O mantenerse en la vanguardia de la industria y la tecnología.
EL PAÍS comienza hoy una serie en la que recoge las experiencias compartidas por estos jóvenes y sus cicerones en el mundo de la alta dirección. Todos los ejecutivos que han participado en la iniciativa han asegurado que, en España, el talento joven no está en recesión. Sin embargo, no siempre es fácil identificarlo en sus primeras etapas. Todos coinciden en que es importante descubrirlo para que las empresas de mañana tengan a los mejores. Para que lleguen a los despachos que ya existen y se conviertan en los jefes de mañana, o para que se conviertan en los jefes de sus propias empresas.
Ángel Cano, BBVA
"Los buenos llegarán donde quieran”
Jaime Idiazábal, estudiante de quinto en el programa bilingüe de administración de empresas en CUNEF, no se imaginaba que en un banco había tanto margen para la innovación y tanto dinero invertido en este campo. Es una de las cosas que más le sorprendieron tras pasar un día en la sede central de BBVA en Madrid. Tampoco esperaba que la agenda del consejero delegado de la entidad, Ángel Cano, fuera tan apretada. Pero sabía que la experiencia de pasar una jornada pegado a sus talones le iba a gustar. “Me encanta la banca. Tengo un perfil muy numérico”, comentaba al final del día, todavía con la corbata impecablemente anudada.
A su lado, Cano, en mangas de camisa y en su despacho después de una jornada maratoniana, aseguraba que no le sorprenden las ideas de un veinteañero. “En esta entidad trabajan 115.000 personas y yo trato de interactuar con gente de toda la pirámide”, señala. Explica que la entidad tiene organizado un sistema por el que se detecta talento de todas las áreas, de todos los escalones y edades.
Con los seleccionados se organizan reuniones para que nadie con potencial se pierda por los rincones del banco. “Aquí es fácil atraer talento”, asegura rotundo Cano. ¿La crisis no ha hecho mella en la reputación del sector? “Se nos pone a todos en el mismo saco. Pero la banca es diversa. Para BBVA es fácil atraer a los mejores. Los que trabajan aquí nos recomiendan”, apunta.
Jaime tiene claro que es el sector en el que le gustaría trabajar. “Aunque hay que tener la mente abierta. También me gusta la consultoría”, concede. Dice que estaría encantado de trabajar en el extranjero. Ver de cerca cómo funciona BBVA le ha parecido muy enriquecedor. Por la mañana asistió a una reunión de juristas y abogados de muchos países en los que tiene negocios el grupo. Había turcos, estadounidenses, colombianos... “Me gustaría trabajar fuera. Como en casa no se está en ningún sitio. Pero también se puede estar bien fuera de casa”, concluye el estudiante. El consejero delegado sonríe. Comparte la idea. Dice que si volviera atrás, volvería a dedicarse a la banca. “Sin embargo, viviría más experiencias internacionales en mis primeros años”, apunta. Para acabar, Cano brinda un último consejo: “Esta generación va a tener que sudar un poco más. El que espere sentado, que se olvide de llegar a nada. Pero los buenos llegarán donde quieran”.
Jérôme Boesch, Danone
“Hay que dar libertad y, después, ayudar”
Manel Terraza llegó con corbata para pasar el día con el director general de Danone, Jérôme Boesch. A los pocos minutos se dio cuenta de que la idea de sobriedad y etiqueta que vinculaba a las cúpulas de las grandes empresas desaparecía tan rápido como el nudo de su corbata. Terraza, en quinto de ingeniería de Caminos a sus 22 años, es consciente de que el grupo alimentario tiene poco que ver con su especialidad, pero ha asumido uno de los mensajes que les lanzan desde las aulas ante la crisis: “Sed abiertos, no penséis únicamente en vuestra especialidad”. Más si cabe con la crisis, que ha acabado colapsando la obra pública y reduciendo a la mínima expresión la demanda de jóvenes profesionales. “Pero no soy pesimista y Jérôme me ha transmitido que si quieres, puedes trabajar”, asegura Terraza. Boesch asiente con la cabeza y afirma que “esa es la actitud, la de ser optimista” porque las cosas volverán a salir: “Ni éramos tan buenos, ni ahora somos tan malos”, dice.
Terraza cree que el actual contexto económico le llevará a hacer las maletas y que no lo hará a disgusto. “Quiero viajar, pasar un tiempo fuera y, claro, a poder ser, volver y trabajar aquí. Creo que eso es lo que va a pasar con mi generación”. Es un planteamiento que no sorprende al director general de Danone. Nacido en París, lleva 25 años fuera de su país, la mayoría de ellos en España. Para él, la movilidad geográfica no es una obligación, sino otra forma de afrontar la vida. “Mudarse no debe ser un motivo para rechazar empleos”, porque, en su opinión, al final lo que importa es conseguir “disfrutar con el trabajo, que la cultura de tu empresa te guste y ser feliz, que es lo que yo consigo cuando dirijo equipos. Ese es el único consejo que le he dado”.
Terraza no se plantea ser el primer ejecutivo de una empresa, pero sí admite que le gustaría “trabajar en un producto atractivo”. Y más allá de eso, “gestionar equipos y hacer algo más”. “Eso es lo más difícil, aunque también lo más interesante, ya que una empresa es su gente”, responde Boesch. De momento, ser la sombra del líder de Danone le ha servido para aprender una cosa: “Se ha de escuchar a la gente y darle libertad. Después, como directivo, les tienes que ayudar”, dice Jérôme, que añade: “Tienes que predicar con el ejemplo; si no lo aplicas, las cosas no funcionan”.
Marcos de Quinto, Coca-Cola
"Siempre se puede cambiar el rumbo”
Aunque Pablo Zulaica estudia quinto de ingeniería industrial en ICAI, tiene la cabeza puesta en la gestión. “Poco a poco he ido cambiando mis metas. Ahora tengo más en mente ser emprendedor que ingeniero”, revela a media mañana, cuando su jornada al lado de Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola para España y Portugal, casi acaba de empezar. A este universitario de 22 años le hacía especial ilusión poder ver de cerca el trabajo de De Quinto, no solo porque la compañía sea popular, sino porque conoce bien la carrera de este primer ejecutivo. “Hasta le sigo en Twitter”, comenta entre risas.
Pablo es puro entusiasmo. ¿Qué es lo que más le ha gustado de ser consejero delegado por un día? “Todo”, responde en un primer impulso. Después comenta que lo que más le ha sorprendido es la relación tan fluida que hay en la cúpula. “He asistido a una reunión con diferentes mandos. Y no notaba la jerarquía. Todo el mundo podía aportar ideas y participaba en la discusión al mismo nivel”, explica.
Marcos de Quinto cuenta que también iba para ingeniero, pero viró. “Uno estudia lo que piensa que será lo mejor, pero es importante recordar que se puede cambiar de rumbo. Y si uno tiene buena cabeza, puede reciclarse todas las veces que quiera”, señala. “Yo lo que quiero en la empresa es gente con capacidad de aprendizaje”, avisa. Pablo lo que quiere es ser empresario. Y ya se ha puesto manos a la obra. Por eso en Coca-Cola quería conocer cómo funcionan todos los departamentos. Desde marketing hasta recursos humanos. “Yo creo que montar una empresa no es difícil. Lo difícil es encontrar el mejor equipo y una buena idea”, señala. Asegura incluso que ya tiene varios proyectos rondando por su cabeza. Su objetivo: poder ganarse la vida y hacerle la vida más fácil a otros. “Soy consciente de que puedo parecer un poco romántico en mi visión de la empresa, pero yo lo que quiero es cambiar el mundo”, confiesa.
Marcos de Quinto recoge el guante. “Las empresas no son buenas o malas. Las que son buenas o malas son las personas”, advierte. En España, avisa a Pablo, “en el mundo de la empresa se ha generado un stablishment insano, porque ha habido mucha dependencia del Estado. Contratos públicos, subvenciones... Tiene que haber ideas y las nuevas empresas tienen que tener su espacio, aunque no siempre les dejan”.
Santiago Frías Monje, Bodegas Riojanas
“Una buena cosecha de estudiantes”
Manejar la uva le ha dado a Santiago Frías, el primer ejecutivo de Bodegas Riojanas, un instinto especial para saber casi a primera vista si un racimo será capaz de fermentar un buen vino. Con el mismo buen ojo diagnosticó, tras conocer a Marta Vega, que las empresas de este país “están ante una muy buena cosecha de estudiantes, de futuros profesionales”. Marta está en el último curso de biología y no conocía nada del mundo del vino hasta que llegó a Cenicero. En poco más de doce intensas horas de contacto con todos sus departamentos, se replanteó su futuro.
La bodega que ha regalado al mundo vinos como el Monte Real de 1964 o la marca Real Albina consiguió abrirle nuevos horizontes, y la mezcla de rutinas y emoción, tradición e innovación con la que se elaboran los caldos se convirtieron casi en enseñanzas vitales a la hora de afrontar su propio desarrollo personal.
La estudiante llegó nerviosa a su cita con Frías, viajó desde su Galicia natal para invertir una jornada intensiva en un mundo que desconocía, y 24 horas después ya estaba dándole vueltas a cómo aplicar sus conocimientos de biología al departamento de I+D de la bodega.
“Le he dicho que tenga los ojos y los sentidos muy abiertos porque le va a sorprender, y después, que le ponga cariño a todo lo que vaya a hacer a partir de ahora”, explicó Frías. A primera hora de una larga jornada asistió a una reunión por videoconferencia con agentes de ventas de Estados Unidos y Europa, y después se sumergió en otra con el departamento de I+D de Bodegas Riojanas. Le quedaba otra, todavía más técnica, de balances. “Esto es la empresa en estado puro; no lo ves en la universidad”, asegura. Su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que Bodegas Riojanas trabaja con varias universidades de todo el mundo en un proyecto para hacer “vinos más saludables” multiplicando el resveratrol en la uva hasta seis veces —26,6 mg/l—, el más alto encontrado de forma natural en un vino. “Aplicamos tanto en el viñedo como en la bodega técnicas basadas en nano y biotecnología”, le dice a Marta. “Estoy empezando a entender por qué cuesta tanto hacer una botella de buen vino”, responde ella.
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