¿Necesito incubar mi proyecto?
Más de una docena de aceleradoras de empresas se han instalado en España
“Somos un país de arrebatados; cuando nos da por algo, nos lanzamos a lo loco”. Así, con un punto de humor, explica Mario López de Ávila el boom de las aceleradoras de empresas en España. De apenas existir han pasado a operar más de una docena de organizaciones con un mismo objetivo: seleccionar emprendedores con talento, darles formación intensiva, transformar sus ideas en compañías e invertir (o no) una pequeña cantidad en busca del éxito. Se las conoce como aceleradoras o incubadoras y, en plena crisis, ofrecen a los emprendedores una buena alternativa para lanzar negocios en territorio nacional.
López de Ávila, profesor en IE Business School, creó hace unos meses la aceleradora UEIA junto a otros seis profesionales, entre ellos el inversor José Martín Cabiedes. Se centra en empresas sociales, proyectos con ánimo de lucro que, mediante la tecnología, intentan a la vez mejorar la sociedad. UEIA asesora a los emprendedores, les facilita contactos, les ayuda a afinar la idea y construir un plan de negocio, pero no invierte en ellos. “En los estatutos establecimos que ninguno de los socios podía lucrarse con los proyectos que aceleramos. Lo hacemos por pura convicción personal; para salir de esta crisis necesitamos emprendedores que no solo se preocupen por ganar dinero, también por tener un impacto social”, explica.
A su primera convocatoria se presentaron 112 proyectos, de los cuales 12 fueron los finalistas. Entre ellos hay ideas como Doafund, que pretende terminar con el problema de los desahucios con donaciones online a familias necesitadas, o Creciclando, un sistema de trueque de objetos en la Red. “Los inversores profesionales invierten en cuentas de resultados solventes. Hasta que un proyecto llega a ese punto de madurez hay un largo trecho, ahí es donde las aceleradoras pueden ayudar”, sostiene Mario López de Ávila.
Un consejo para el emprendedor: optar a todas las posibles aceleradoras
Íñigo Serrano, cofundador de Emtrics, una herramienta online para recabar la opinión de clientes, lo tiene claro: sin la ayuda de Wayra habría ido más lento y cometido muchos errores. Wayra es la aceleradora de Telefónica que en apenas un año ha acogido a 180 jóvenes empresas de 11 países para ofrecerles un cóctel de asesoría, formación, contactos y financiación. A cambio de un 10% de participación en Emtrics, Wayra invirtió 40.000 euros, la acogió en sus instalaciones y le asignó cuatro mentores para ofrecerles formación exprés y contactos. Hoy Emtrics cuenta con 500 empresas de pago, siete empleados y va camino de la rentabilidad. “Mi consejo a los emprendedores que empiezan es solicitar una plaza en todas las aceleradoras que puedan, no es tan fácil entrar”, dice.
Del MBA a la empresa
Ir más allá de la teoría. Es lo que pretenden las escuelas de negocio sumándose a la ola de aceleradoras surgidas en España durante el último año. La aceleradora del Instituto de Empresa admite cada año 50 proyectos. Después de tres meses de formación intensiva, elige 10 finalistas para presentar sus proyectos frente a inversores, y no solo en Madrid, también en São Paulo, México DF, Abu Dabi o Shanghái. De momento, la escuela no participa en las start-ups y solo pueden optar antiguos alumnos de IE.
ESADE e IESE han lanzado también sus propias iniciativas. El programa Empenta Creapolis de ESADE selecciona 10 proyectos dos veces al año para acompañarlos durante tres meses e intentar transformar las ideas en negocios. Cualquiera puede participar, sea estudiante o no de la escuela. Lo mismo ocurre en Grow in Barcelona, iniciativa de ESADE y la inversora Nauta Capital, que escoge empresas para acompañarlas durante seis meses. IESE, aunque sin aceleradora propia, asesora también a emprendedores a través de su Centro de Iniciativa Emprendedora e Innovación (EIC) y el fondo de inversión Finaves.
Wayra es la iniciativa más ambiciosa creada en España y Telefónica confía en rentabilizarla de dos formas: vendiendo sus participaciones una vez las start-ups logren financiación externa o incorporando las tecnologías más prometedoras a sus servicios. “Buscamos proyectos con capacidad de ser globales, ideas disruptivas e innovadoras y, sobre todo, un gran equipo. Si la gente que hay detrás no es potente, no funcionará”, opina Gonzalo Martín-Villa, responsable global de Wayra.
La aceleradora ha cambiado recientemente su sistema de inversión directa en start-ups por créditos convertibles en acciones una vez la empresa recibe financiación. “Hasta ahora era como café para todos, 50.000 euros por un 10%. A medida que hemos ido creciendo nos dimos cuenta de que lo mejor es convertir a precio de mercado cuando un tercero entra en la sociedad”, dice Martín-Villa. La proliferación de aceleradoras, agrega, es buena noticia para España, que necesita justo eso, más emprendedores cualificados. Sin embargo, no todos los proyectos encajan: “Si lo único que busca el emprendedor son 50.000 euros, mejor no venir aquí. Tiene que pensar en qué momento se encuentra su empresa, qué necesita, qué falla y, en función de ello, decidir”, recomienda.
Mola.com, con sede en Palma de Mallorca, es otra de las aceleradoras que avanza rápido. En 12 meses de vida ha invertido 1,5 millones de euros en 34 proyectos, es decir, entre 10.000 y 50.000 euros a cambio de hasta un 20% de la empresa. “Creo que el emprendedor no puede escoger, debe mover su proyecto por todos los medios y tocar todas las puertas. Si hay 20 aceleradoras en España, mejor llamar a las 20”, dice Enrique Dubois, fundador de Mola.
The Founder Institute, con capítulos en Madrid y Barcelona, ha saltado de California a España para acelerar empresas con otra metodología: 14 sesiones de formación intensiva durante cuatro meses en los que los emprendedores acceden a contactos e inversores a cambio de una matrícula inicial de 850 euros. “También les ofrecemos descuentos en servicios de hosting o software de socios. Si más adelante la empresa recibe inversión de más de 50.000 euros, pagará además una cuota única de 4.500 euros”, explica Miguel Galera, director de The Founder Institute en Madrid.
Igual que Wayra, Mola, The Founder Institute o UEIA, otros proyectos compiten por atraer las mejores ideas de negocio en España. Business Booster opera en Valencia; SeedRocket, desde Barcelona, y Cink Emprende y Tetuan Valley lo hacen en Madrid. Esta última, una pre-aceleradora sin ánimo de lucro, como la define su fundador Luis Rivera, seleciona 20 proyectos al año, les da formación intensiva durante seis semanas y les anima a participar en iniciativas posteriores, como la aceleradora europea Startup Bootcamp, que invierte 16.000 euros por empresa.
A ellas se suman Plug and Play, con un capítulo entre Valencia y Silicon Valley (California); Digital Assets Deployment, en activo desde 2006, y los programas de las escuelas de negocios, que tampoco quieren quedarse atrás.
Ante semejante auge, Paris de l’Etraz, responsable de la aceleradora del Instituto de Empresa, IE Venture Lab Accelerator, aconseja a los emprendedores estudiar cada opción. “Ahora te encuentras con aceleradoras que parece que te van a ayudar mucho, se quedan con una participación y luego no te ayudan nada. Una vez tienes a un socio dentro, es difícil sacarlo”, explica. ¿La clave para diferenciar? Casos de éxito anteriores y mentores. “Si solo van a aportar 50.000 euros, mejor se los pides a los amigos o a la familia. Una aceleradora tiene que invertir en ti, no en tu proyecto”.
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