Brasil se conecta a toda prisa
El país latinoamericano despliega una red móvil para cubrir los Mundiales y los Juegos
Río de Janeiro quiere lavar su imagen. Para los extranjeros que la hayan visitado antes, lo que más les extrañará de la nueva ciudad que se prepara para recibir el Campeonato del Mundo de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 no son sus interminables atascos ni los precios desorbitados, sino la ausencia de mendigos y vendedores ambulantes. Han desaparecido de sus calles y playas a golpe de decreto. Las autoridades también quieren borrar la estampa tópica de samba y fútbol y potenciar la de un Brasil moderno e innovador. Y también a golpe de decreto y planes quinquenales aspiran a convencer a los millones de visitantes que se esperan en los próximos tres años de que el país está enganchado a las nuevas tecnologías.
Dentro de esos planes, y a toda carrera, el Gobierno brasileño está empeñado en demostrar que las telecomunicaciones funcionan. No lo tiene fácil. Brasil es un país enorme, y eso ha impedido la existencia de una buena red de conexión fija de Internet, y no digamos de lujos asiáticos como la fibra óptica. Así que para llegar a tiempo, la Administración y el regulador están dando prioridad a la red celular, de más fácil despliegue, convencidos de que la fórmula de una infraestructura avanzada de Internet móvil, con la cuarta generación o LTE (Long Term Evolution), es la solución más eficaz y rápida.
Ha preferido apostar por la 4G, aunque con riesgo de no llegar a tiempo
Ese es el mensaje lanzado desde todos los ámbitos —Administración, reguladores y empresas— en el Futurecom 2012, el mayor evento de telecomunicaciones de Latinoamérica, que esta vez trasladó su sede precisamente a Río. Franco Bernabè, presidente del GSMA —la asociación que agrupa a los operadores de todo el mundo—, destacaba que solo por la Copa del Mundo será preciso un millón de conexiones de roaming, fundamentalmente por los cuatro grandes operadores brasileños: Vivo (Telefónica), TIM (Telecom Italia), Oi (Portugal Telecom) y Claro (América Móvil).
Brasil es el cuarto mercado móvil en el mundo por número de líneas, con 260 millones, de los que 60 millones son de banda ancha móvil. Pero no es suficiente. Para 2014 se necesitan como mínimo 135 millones de conexiones de Internet móvil, según Anne Bouverot, directora de GSM Association. Y nadie puede asegurar que se llegará a tiempo.
La Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) firmaba este mismo mes los contratos con las operadoras que deben tender las redes LTE. Y deberán estar ya listas y en funcionamiento en las seis sedes de la Copa Confederaciones (el Mundialito de selecciones) que se celebra en junio de 2013. Luego llegará el turno a las 12 ciudades sede de la Copa del Mundo en 2014. Aunque la intención de Anatel es usar estos acontecimientos como trampolín para todo el país, ya que su plan es que todas las ciudades de más de 100.000 habitantes tengan 4G para el 31 de diciembre de 2016. El Estado ha prometido una inversión de 2.000 millones de dólares. “La cuarta generación va a situar Brasil en la vanguardia de las telecomunicaciones en el mundo, generará empleo, ingresos y nuevos negocios”, señala el presidente de Anatel, João Rezende.
La alta fiscalidad y las trabas para las antenas
No lo van a tener fácil. Porque el mercado brasileño tiene dos vía crucis que, curiosamente, son los mismos de los que tanto se quejan los directivos de las operadoras nacionales: antenas e impuestos. “En Brasil existen cerca de 200 normativas diferentes de lo que se puede y no se puede hacer para instalar antenas. Lo que vale en un lugar es justamente lo contrario de lo que rige en otro. Y el panorama de los impuestos es igual de complejo. En el ranking que hemos elaborado, Brasil está a la cabeza de la carga fiscal, con más de un 30% sobre el coste total como si fueran un artículo de lujo en lugar de un servicio básico. Hasta se tributa por las conexiones máquina a máquina (M2M), aunque afortunadamente se hayan reducido los impuestos”, recuerda Anne Bouverot, directora de GSM Association. El ministro de Comunicaciones, Paulo Bernado, cree que la solución es la compartición de infraestructuras: “Si los cuatro operadores comparten un emplazamiento, el coste se divide por cuatro. Es una simple cuenta”.
Parece que los operadores se lo han tomado muy en serio. Vivo anunció en Futurecom el acuerdo con Ericsson y Huawei para el despliegue de su red LTE, con 4.700 estaciones base en un principio (500 de ellas, subterráneas para minimizar el impacto estético). “Vamos a llegar a tiempo”, indicó el presidente de Telefónica Brasil, Antonio Carlos Valente. La filial de Telefónica también aprovechó el evento para anunciar el lanzamiento de su servicio de televisión IP (IPTV) sobre su red de fibra óptica en São Paulo (Vivo TV Fibra).
Claro, que ha elegido a los mismos proveedores que Telefónica, también ha anunciado una inversión de más de 3.000 millones de dólares en el despliegue de su red. Y Oi, que ha firmado con Alcatel-Lucent, Nokia Siemens Networks y Ericsson, ha comprometido una inversión de 500 millones.
Laudalio Veiga, promotor de Futurecom, se muestra convencido de que la industria brasileña está “plenamente capacitada” para atender la demanda de los Juegos y la Copa del Mundo.
Banda ancha y barata
El Gobierno brasileño, primero de Lula da Silva y ahora de Dilma Rousseff, tiene una obsesión por encima de todo en materia de telecomunicaciones: Internet barato y para una mayoría. Para ello, hace casi dos años puso en marcha el Plan Nacional de Banda Ancha (PNBL, por sus siglas en portugués) para conectar a todo el territorio nacional y garantizar, por alrededor de 15 euros, una conexión aceptable a una velocidad de 1 Mbps.
El objetivo es muy loable si se tiene en cuenta que Brasil es uno de los países con menos cobertura y más caros en su banda ancha, según las estadísticas que publica periódicamente la OCDE. Como los operadores privados, que gozan de márgenes de beneficio amplísimos, no estaban muy por la labor, el Gobierno hizo entrar en el juego a Telebras, el operador público, con un efecto muy positivo, lo que prueba que no siempre el Estado y lo público son sinónimo de ineficiencia. Los precios mayoristas han disminuido un 50%. Y las compañías privadas como Telefónica, Algar Telecom, Sercomtel, TIM y Claro se han unido al PNBL, aceptando los precios populares.
Para aumentar la inversión privada, el Gobierno brasileño ha creado una exención fiscal (Régimen Especial de Tributación) para las redes de alta capacidad. Y se ha liberado también de tributos federales a los equipos que se produzcan en Brasil, como tabletas o módems para conexión a Internet tanto fija como móvil. También se estudia una tributación especial para los smartphones. El país no quiere que el maná de las telecomunicaciones solo sirva para subir las acciones de Apple y Google.
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