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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cifras irracionales

Los datos de crecimiento de la economía resultan difíciles de sostener

El crecimiento chino del 7,6% en el segundo trimestre es un misterio. Por una parte, no parece tan malo, y está ligeramente por encima del objetivo del 7,5% de los políticos para este año. Sin embargo, abundan las señales, tanto extraoficiales como oficiales, de que las cosas están peor de lo que la cifra da a entender. Sigue habiendo crecimiento, pero quizás en los lugares equivocados.

Piensen en algunos de los últimos datos industriales. La producción de electricidad se ha mantenido invariable, año tras año. Eso se considera a menudo un indicador de la actividad económica real. Las importaciones energéticas proporcionan unos datos positivos y otros negativos: las importaciones de petróleo aumentaron de enero a mayo, pero la producción nacional de crudo disminuyó. Las importaciones de carbón se han incrementado con rapidez, pero también lo han hecho las reservas. Y una cuarta parte del sector del aluminio depende ahora de la ayuda del Gobierno para subsistir, según la consultora AZ China.

Se podría mantener que a los líderes chinos les importa más el empleo que las estadísticas del PIB. Los datos oficiales muestran que el mercado laboral es fuerte, pero aquí también las cifras son difíciles de cuadrar. Excluyen a unos 150 millones de trabajadores inmigrantes, que presumiblemente son de los primeros en ser despedidos en una recesión. Y los estudios de la producción muestran que tanto la industria como los servicios apenas están creando puestos de trabajo.

Las pruebas anecdóticas también son desalentadoras. Abundan las historias como la de Zhejiang Zhongjiang, un grupo industrial con sede en la provincia de Zhejiang que está coqueteando con la quiebra y que debe unos 470 millones de dólares a China Construction Bank, según la revista financiera Caixin.

¿Por qué esa discrepancia? La respuesta podría hallarse en los dos sectores en los que las cosas están yendo mejor de lo esperado. Uno es el sector bancario. Sus créditos de 144.000 millones de dólares en junio superaron todas las expectativas, aunque parece que han sido impulsados por los préstamos a corto plazo, en otras palabras, son préstamos que probablemente no se destinarán a inversiones a largo plazo, y que tienen todas las posibilidades de mantener con vida a los prestatarios en apuros.

Luego está el sector inmobiliario, donde se encuentran muchos de esos prestatarios en apuros. Los datos inmobiliarios muestran un repunte en las inversiones en propiedades residenciales de un 35% entre mayo y junio, lo que indica el nivel absoluto más elevado de la inversión mensual desde 2010, presumiblemente porque los préstamos bancarios permiten a los proyectos más arriesgados arrancar garantías. Puede que eso sea crecimiento, pero no es precisamente el inicio de una recuperación equilibrada.

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