Paracaídas financiero
Es urgente explicar cuál es el soporte que propiciará alcanzar tierra sin descalabros
Se sabía que proceder a sanear y recapitalizar el sector bancario era un salto que precisaba valentía y sinceridad pero también alguna garantía. Pero el salto ya se ha producido y no sabemos aún cuál es el paracaídas que se ha utilizado. Es urgente explicar cuál es el soporte que propiciará alcanzar tierra sin descalabros. No basta con explicar qué formatos no queremos que sean las ayudas al sector bancario sino también la modalidad elegida y quién paga por ellas.
Una modificación introducida en la última reforma financiera permite al FROB inyectar deuda de forma directa —sin emitir en el mercado— en el balance de las entidades financieras. Para reforzar el capital por el lado del pasivo, se inyectaría deuda pública en el activo, en vez de efectivo. A falta de más información, esto no parece una estrategia sencilla actualmente. Otros lo hicieron en el pasado de forma parecida pero con distinta suerte dada su diferente situación de partida (Alemania o Irlanda, por ejemplo), pero en la situación actual de España se abren muchas dudas. Habría que explicar, por ejemplo, cómo se cataloga desde Bruselas este tipo de ayudas.
El BCE proporcionó financiación barata a los bancos para que compraran deuda pública a rentabilidades más elevadas. El BCE lo hizo bajo su reputación, para todos y con las reglas y la financiación claras
El propio BCE proporcionó financiación barata a los bancos para que compraran deuda pública a rentabilidades más elevadas. Pero el BCE lo hizo bajo su reputación, para todos y con las reglas y la financiación claras. Habría que ver no solo cómo Bruselas y Fráncfort aceptan que se emita deuda sin pasar por el mercado, sino también cómo responde el propio mercado a esa circunstancia. De momento, parece que se digiere bastante mal y, en tanto en cuanto no se aclare, la digestión se antoja complicada.
España tiene teóricamente más margen que otros países para elevar su deuda, pero la solución propuesta, sin un aval europeo, está sujeta a cierta circularidad. En particular, los bancos van a asumir deuda pública en sus balances para limpiarlos y, aunque esa deuda no se emita en el mercado, cualquier otra que sí se emita va a estar afectada por el efecto reputación que tiene que el problema bancario se resuelva con más deuda pública sin pasar por las subastas. Esto sería factible si Europa tuviera un vehículo creíble que respaldara a esa deuda, pero para ello sería necesario un sistema bancario europeo integrado y un seguro de depósitos con mecanismos de apoyo y resolución a escala continental. Como toda esta infraestructura financiera aún tardará tiempo en llegar, hay que pensar en otras alternativas. A España le ha tocado ser la primera en mover ficha para resolver problemas del sistema financiero en el que sus propios recursos pueden no ser suficientes o, al menos, puede precisar un aval europeo. Urge aclararlo porque habrá que tirar de la anilla del paracaídas más pronto que tarde. Además, una buena parte del sector bancario español está haciendo esfuerzos ingentes y con este tipo de ayudas se ha abierto un nuevo panorama estratégico y competitivo. Otra razón más para aclarar cuanto antes el mecanismo de financiación y de garantías.
Santiago Carbó Valverde es Catedrático de Economía de la Universidad de Granada
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