El Gobierno cede al BCE la tutela de la reforma financiera española
Guindos admite que Draghi “mostró interés” por participar Economía da un plazo de dos meses para las valoraciones independientes de activos bancarios
Insólito y excepcional, como algunos rasgos del carácter de la crisis europea y de su versión española, más financiera y enrevesada que nunca. El Gobierno anunció ayer que el Banco Central Europeo tutelará de manera directa parte de la reforma bancaria, prueba de que la desconfianza en el sistema financiero y en la calidad institucional española empieza a ser preocupante. El ministro de Economía, Luis de Guindos, pidió al Eurobanco que se involucre en la reforma aprobada el pasado viernes, en especial en las valoraciones independientes de los activos bancarios, una especie de bomba para la credibilidad del supervisor, el Banco de España, una de las grandes víctimas de la crisis. Puede que haya sido el propio BCE quien ha reclamado esa medida para disponer de información de primera mano: Guindos, que se ha visto varias veces con el BCE en los últimos días, reconoció que la institución que preside Mario Draghi “mostró interés” en participar en las valoraciones independientes.
Ni siquiera las cifras que evalúa el Banco de España pueden considerarse fiables: “Existen serias dudas sobre la banca”, indicó el ministro. “España necesita luz y taquígrafos. Y el BCE va a ser muy útil para dar una imagen clara, fiel y transparente”, dijo en un receso del Ecofín. Con ese nuevo movimiento, y tras dos reformas en solo tres meses, el Ejecutivo del PP trata de hacer algo que ya intentó el Gobierno anterior con las pruebas de resistencia. Las dudas no se disiparon entonces.
Guindos confía en que esta vez sea diferente con la ayuda del marchamo de calidad del BCE, aunque el examen finalizará antes de lo que se esperaba: “En apenas dos meses deben estar listos los resultados”, avisó el ministro. Esas prisas son consecuencia de las exigencias del Eurogrupo, que pide más rapidez para detener las vías de contagio de la crisis.
La participación del BCE tiene sentido para dar legitimidad al ejercicio de transparencia: el Eurobanco ha prestado unos 300.000 millones a la banca española; es de lejos el mayor acreedor. Pero este nuevo giro en la estrategia del Gobierno está plagado de sombras. Deja herida de muerte la credibilidad del Banco de España. Es un escalón más en la tutela que ya ejerce la Comisión Europea sobre España, a la que ahora cabe añadir la presencia del Eurobanco por la vulnerabilidad del sistema financiero: la troika completa, incluidos los técnicos del FMI, se pasea frecuentemente por Madrid. Y ni siquiera está claro que el BCE tenga competencias formales para ejercer la supervisión que se le pide, ni si dispone de capacidad técnica: no tiene en nómina a inspectores, ya que esa competencia corresponde a los bancos centrales nacionales.
El Ejecutivo “quiere un sello de calidad para la valoración”, interpretó Emilio Ontiveros, de Analistas Financieros Internacionales. “Pero puede que las expectativas solo se cumplan con una evaluación muy negativa, que sería perjudicial”, apuntó Santiago Carbó, de la Universidad de Granada.
El BCE defiende que será un mero asesor
El propio BCE quita hierro a sus potenciales atribuciones. Consciente del corsé que suponen sus estatutos, un portavoz explicó que España ha pedido consejo a Fráncfort, “dar consejos forma parte de las tareas del BCE”. Pero limitó esas recomendaciones a influir en la elección de las compañías que evaluarán los activos, y en última instancia al diseño de los bancos malos donde se aparcará el crédito problemático. “No se trata ni de conducir la valoración, ni de estar en cargo de la supervisión de bancos españoles”, indicó el portavoz. Sin embargo, Guindos dejó claro que la idea es esa: activar “un grupo de trabajo con el BCE, el Banco de España, el Ministerio de Economía y los valoradores independientes”.
Algunos expertos interpretan el papel del BCE como un paso más hacia una supervisión financiera común
El BCE dejó de ser aburrido cuando estalló la crisis, y van ya casi cinco años. Las turbulencias le obligaron a saltarse el guión, con medidas como las barras libres de liquidez o la compra (tímida) de bonos en el mercado de segunda mano. La llegada de Draghi le ha dado aún más protagonismo: inyectó un billón de euros para evitar un accidente en la banca, aunque eso no ha impedido una reedición de los problemas europeos, tal vez más virulenta que nunca por el efecto devastador de la crisis política en Grecia y la crisis financiera española.
La institución da ahora un paso más, con esa tutela singular sobre el proceso de reforma español, que algunos expertos interpretan como un paso más hacia una supervisión financiera común. Pero eso tal vez sea ir demasiado lejos. Los hechos son que el Gobierno anunció la reforma el viernes y, desde entonces, aplastados por Grecia pero también por las dudas que despierta España, los grandes bancos llevan plomo en las alas: Santander y BBVA, los dos grandes del sector, acumulan caídas cercanas al 7% desde el viernes.
Ese día, la Comisión publicó un duro informe que refleja la profundidad de la recesión en España y las dificultades para cumplir con el déficit, y lanzó serias advertencias relacionadas con la banca. El tono ha cambiado desde entonces: varios ministros de la eurozona aplaudieron el “enorme trabajo” realizado el Gobierno. La gran duda es si España tendrá suficiente dinero para apoyar a sus bancos en caso de que las valoraciones de activos (que suman tres veces el PIB) sean peores de lo esperado. Guindos descartó por enésima vez que España vaya a pedir ayuda a Europa. Pero en Bruselas hay voces discordantes. “España hará lo que tenga que hacer”, dijo el presidente del Eurogrupo, un ambiguo Jean-Claude Juncker, el martes. Más explícita fue ayer la ministra danesa Margrethe Vestager: “Si Madrid necesita algún tipo de ayuda, debería pedirla”.
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