El Estado nacionaliza el grupo de Bankia
El nuevo presidente del grupo propone la conversión de la ayuda del FROB en capital de BFA La medida planteada por José Ignacio Goirigolzarri permitirá evitar el uso de más dinero público El Estado controlará el 100% de BFA, y en consecuencia, el 45% de Bankia
El Gobierno de Rajoy ha iniciado la reforma más profunda del sistema financiero desde que empezó la crisis: La nacionalización del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), matriz de Bankia. Que el Estado se quede con todo el capital de BFA —y en consecuencia se convierta en dueño del 45% de Bankia—, según ha anunciado este miércoles el Ministerio de Economía, supone acabar con una de las grandes entidades, a la vez que rememora la crisis de Banesto en 1993 y abre el camino a más reformas que llegarán los próximos días.
El desalojo del exvicepresidente económico con Aznar y presidente del BFA y de Bankia, Rodrigo Rato, es el segundo intento del PP de recuperar la credibilidad del sistema y el cuarto que se aborda en cuatro años. Esto refleja la gravedad del momento, lo tardíamente que se ha reaccionado en España y supone dar la razón a los mercados y a bancos de inversión que reclamaban medidas adicionales para la limpieza de los activos inmobiliarios.
El Consejo de Bankia y de BFA, nombró presidente a José Ignacio Goirigolzarri, en sustitución de Rato. Dos consejeros socialistas se abstuvieron. Además, se aceptó la renuncia de José Manuel Fernández Norniella como consejero ejecutivo.
Acto seguido Goirigolzarri (Bilbao, 1954), ex consejero delegado del BBVA, propuso la nacionalización de BFA, que controla el 45% de la cotizada Bankia mediante la conversión de los 4.465 millones del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en capital del BFA. El Consejo lo aprobó por unanimidad.
La respuesta del Gobierno llegó apenas unas horas después. “El FROB será titular indirecto de un 45% del capital de Bankia”, reza el comunicado emitido por Economía. Es decir, el Estado se queda con el 100% de BFA. Y lo hace porque “considera improbable, a la vista de la situación de la entidad y de su grupo, que la recompra de las participaciones preferentes pueda llevarse a cabo dentro del plazo de cinco años.
Horas antes, el Banco de España garantizó, en una nota, que el grupo “es una entidad solvente que sigue funcionando con absoluta normalidad y sus clientes y depositantes no han de tener motivo de preocupación”. Precisamente la necesidad de evitar el deterioro de la reputación y la pérdida de pasivo fue el argumento más utilizado por los consejeros para aprobar la nacionalización.
Tras la conversión de la ayuda del FROB, este organismo, dependiente del Banco de España, controlará el 56% de Bankia
El grupo es la cuarta entidad con más de 10 millones de clientes y 340.000 millones en activos. Goirigolzarri asume todos los poderes, lo que le permitirá cambiar los consejos, sobre todo de BFA, así como a los gestores. El mercado espera que Goirigolzarri se rodee de exejecutivos del BBVA y otras entidades.
BFA es el verdadero banco malo, así que el dinero de los contribuyentes se quedará para cubrir las inversiones en el ladrillo. El grupo tiene 31.800 millones en activos inmobiliarios problemáticos, lo que le convierte en la primera inmobiliaria de España. Mientras, los inversores de la cotizada Bankia se han quedado con la parte más limpia del negocio.
La toma de control del grupo llega después de saberse que Deloitte consideraba que el grupo tenía sobrevalorado su patrimonio en 3.500 millones. Pese a publicarse la noticia, la CNMV no pidió aclaraciones en toda la jornada. Si el BFA descuenta su capital en 3.500 millones, quedaría en cero. Deloitte no ha entregado la auditoría, pero el movimiento de Goirigolzarri indica que está de acuerdo con el auditor y pide ayuda al Estado.
El método utilizado en BFA-Bankia es diferente de las nacionalizaciones de CatalunyaCaixa, Unnim y Novagalicia porque ahora no habrá subasta, lo que ha provocado las quejas de algunos directivos de estos grupos. No obstante, el tamaño de BFA-Bankia hace más complicada su venta.
No se descarta que Goirigolzarri tenga que reclamar más capital público para BFA cuando se conozca la segunda reforma del ministro de Economía, Luis de Guindos, que incrementará el saneamiento inmobiliario. Se da la circunstancia de que el Estado controlará una entidad que es la tercera que más deuda pública española posee: 29.100 millones.
En declaraciones a Efe, Goirigolzarri, declaró que asumía el cargo con el reto de hacer la entidad “más fuerte, rentable y potente”. “El nuevo presidente del grupo pedirá más dinero para ganar tiempo. Probablemente reestructurará el grupo vendiendo partes, aflorará más partidas dudosas... Lo que está claro es que el Gobierno lo ha hecho tarde y con rectificaciones continuas, lo que extenderá una sombra de sospecha sobre lo mal que puede estar todo el sector”, advierte un ejecutivo bancario que pide el anonimato.
El Ministerio de Economía ha propiciado la entrega del timón a un profesional, Goirigolzarri, que acumula 30 años de experiencia en el sector. Este movimiento supone descartar alguien cercano al PP, prueba de que es consciente de la gravedad del momento.
El fin de siete cajas
La decisión supone en la práctica la desaparición de las siete cajas de ahorros que componen BFA: Caja Madrid, Bancaja, Caja Ávila, Caja Segovia, Caja Insular de Canarias, Caixa Laietana y Caja Rioja. El capital que estas entidades aportaron al grupo fusionado ha desaparecido porque se ha destinado a enjugar pérdidas. La caída de estas entidades supondrá una enorme pérdida patrimonial y dañará su obra social.
Los errores que han acabado con BFA-Bankia arrancan con la fusión de las entidades que tenían más ladrillo en sus balances (Caja Madrid y Bancaja), pese a que en 2010 ya se atisbaba que la crisis inmobiliaria había llegado para quedarse. Además, tenían una gran participación en el negocio con inmigrantes. Eran cajas casi monocultivo: hipotecas, financiación inmobiliaria y promotor y fuertes participaciones en Bolsa. De un plumazo, cambió el viento y todas las ventajas de este negocio se convirtieron en plomo. Las hipotecas perdieron su rentabilidad, el sector inmobiliario era todo morosidad y la Bolsa se hundió. Eran entidades que no generaban margen financiero. Por ejemplo, durante años, en la época de Miguel Blesa, Caja Madrid vivió casi exclusivamente de los dividendos de Endesa.
El exceso de dinero fácil provocó que se descuidara la rentabilidad, la productividad y el beneficio neto que se obtenía con el negocio bancario. Cuando llegó el momento de realizar grandes provisiones para tapar los agujeros del ladrillo, la cuenta de resultados se secó. Ahora todo son problemas. El grupo pudo salvarse si hubiera aceptado la fusión con La Caixa, en enero pasado, pero Rato se negó por problemas de poder con Isidro Fainé, presidente de la entidad catalana. Quizá ahora se arrepiente de su decisión.
La nacionalización supone acabar con el buque insignia del PP y donde más cargos tiene colocados. Sin embargo, el temor a la intervención de España, la prima de riesgo en 458 puntos, ha obligado a la medida más drástica.
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