“Es muy difícil que el crédito neto crezca en España en unos años”
"Es de esperar que después de este periodo de crisis, la indiciación salarial, que es una antigualla y no existe en casi ningún lugar de Europa, se olvide"
A grandes males, grandes remedios. O, en el caso del Banco Central Europeo (BCE), ante una crisis sin precedentes, herramientas de política monetaria no convencionales. Desde la caída de Lehman Brothers, la gestión tradicional de los tipos de interés no ha sido suficiente y la institución ha desplegado artillería pesada a base de compras de títulos de deuda, préstamos a tres años a la banca de la Eurozona y relajación de las garantías para acceder a esa financiación. José Manuel González-Páramo (Madrid, 1958) miembro del comité ejecutivo del BCE desde 2004, insiste en el carácter excepcional de las medidas que, asegura, están permitiendo a los bancos “ganar tiempo” para reestructurarse “ordenadamente”. En mayo dejará su cargo y su nombre figura en todas las cábalas sobre quién será el sucesor de Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España.
Pregunta. El BCE ha inyectado un billón de euros a los bancos de la Eurozona. ¿Ha funcionado?
Respuesta. Estas operaciones a tres años han tenido un efecto positivo sobre el mercado porque han restaurado cierta calma, han reducido la volatilidad y las tensiones de financiación a medio plazo se han aminorado mucho, en el sentido de que los bancos tienen asegurado poder cubrir sus vencimientos de deuda. Están ayudando a abrir los mercados en el sector privado y han liberado a los bancos del riesgo soberano. Hay entidades que vuelven a tener acceso al mercado de financiación mayorista, por ejemplo, de deuda senior o de cédulas.
P. Se ha rebajado la calidad de las garantías para acceder a la financiación del BCE. ¿Está aumentando el riesgo en su balance?
No aceptamos lo que las agencias de calificación nos dicen sobre ciertas titulaciones
No aceptamos lo que las agencias de calificación nos dicen sobre ciertas titulaciones
P. ¿Cuándo se traducirán las medidas en un aumento del crédito a empresas y familias?
R. La unión monetaria es muy diversa porque los ciclos de crédito son distintos entre países y el exceso de endeudamiento es diferente. En algunos casos, más que hablar de expansión del crédito en términos netos, lo que tiene sentido es proceder a un desapalancamiento ordenado (posiciones que vayan venciendo y que no se renuevan) y, luego, puede haber negocio nuevo. En términos agregados, la economía española tiene un sector privado sobreendeudado. ¿Veremos crédito nuevo? Claro que sí, pero en términos netos es muy difícil que crezca en unos pocos años. Nuestras medidas, junto con los préstamos a tres años que hemos ofrecido, permiten que no se produzca un desplome del crédito, que es lo que hubiera pasado si las entidades no pueden refinanciar vencimientos. Con ello se ha ganado tiempo para reestructurar el activo ordenadamente. El sector financiero en España está sobredimensionado, está adaptado a una dinámica del boom inmobiliario que ya no existe.
P. El mandato del BCE es la estabilidad de precios. ¿Ha dificultado la gestión de la crisis?
La banca española está sobredimensionada, está adaptada a una situación de boom que ya no existe
R. De ninguna forma. Los mercados están seguros de que la inflación no va a ser algo en lo que el BCE sea flexible. Si desconfiaran, los tipos de interés reales serían mayores y eso dificultaría la financiación de familias y empresas. Lo que la crisis ha demostrado es que el instrumental que el BCE tiene a su disposición es enormemente versátil. Hemos adoptado medidas no convencionales porque teníamos que instrumentar la política monetaria para asegurar la estabilidad de precios. Pero, por definición, tienen un carácter temporal porque a medio plazo podría ser contraproducente que los bancos estuvieran siempre ayudados por la muleta de estas medidas extraordinarias.
P. ¿Cómo valora el tipo y ritmo de las reformas del Gobierno español?
R. El BCE se ha pronunciado públicamente de forma muy positiva en el caso de la reforma financiera, en la medida en la que se doten provisiones o se fuerce a las entidades a obtener más capital para hacer frente a las exposiciones problemáticas al sector inmobiliario. En segundo lugar, hemos dicho que la reforma contribuye a la consolidación del sistema: existían demasiadas entidades y demasiada capacidad. En tercer lugar, va a costar pocos fondos públicos y esto es clave en un momento en el que las finanzas públicas están sobrecargadas. La reforma laboral también es un paso en la dirección adecuada porque contribuye a flexibilizar el mercado de trabajo. También es buena noticia el acuerdo de moderación salarial. Es de esperar que después de este periodo, la indiciación salarial, que es una antigualla y no existe en casi ningún lugar en Europa, se olvide.
La reforma de los mercados de derivados avanzan lentamente por los intereses en juego y los grupos de interés
P. Otros bancos centrales, como la Reserva Federal o el Banco de Japón también han tomado medidas no convencionales de política monetaria. ¿En qué se diferencian de las del BCE?
R. A las nuestras, en conjunto, no se les puede llamar expansión cuantitativa. En el caso de Japón y otros países que se han decidido por la expansión cuantitativa, el objetivo ha sido ampliar la cantidad de dinero en circulación para aplanar la curva de tipos de interés a largo plazo. Nuestro objetivo es reparar, como si fuéramos cirujanos, partes del mecanismo de transmisión que consideramos dañado: el mercado de cédulas, el de títulos soberanos y el interbancario. Hay que hacer que la intermediación que allí se pierde, se recupere, aunque sea temporalmente, a través del banco central.
P. La crisis financiera ha puesto en evidencia dos lagunas regulatorias que siguen sin resolverse: los mercados de derivados y los sistemas de remuneración en banca de inversión que incitan a la asunción de riesgos elevados.
R. El avance de las reformas es más lento porque los intereses en juego son enormes y los grupos de interés actúan. La solución es que las reformas impulsadas por el Comité de Estabilidad Financiera y el G-20 se conviertan en la punta de lanza y se mantenga la presión para llevar cada vez más los derivados hacia mercados regulados, donde haya una información en tiempo real de las posiciones que permitan compensar en situaciones de riesgo extremo. Si no, se dará de nuevo el riesgo de que en algún momento el apalancamiento a través de los mercados de derivados, cuyas dimensiones reales conocemos solo de manera imperfecta, sea enorme en algunas entidades y eso será un foco de vulnerabilidad para el sistema global.
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