Menos peso sindical, más conflicto
La reforma laboral cambia el escenario de negociación entre empresarios y trabajadores Sindicatos y expertos vaticinan un aumento de los pleitos
Daniel Cifuentes es un abogado laboralista, del bufete Olswang, entre cuyos clientes figuran normalmente empresas. Sabe que con la reforma laboral su posición en las mesas de negociación ha ganado terreno. "El poder del sindicato ahora es más débil", analiza. La reforma laboral ha cambiado cinco puntos que han decantado la balanza de las relaciones laborales hacia el lado empresarial: la eliminación de la autorización administrativa de los despidos colectivos, el límite de la prórroga de los convenios a dos años, la desaparición de los salarios de tramitación, las rebajas unilaterales de sueldos y la descentralización de los convenios colectivos.
"Con la eliminación de la autorización administrativa de los ERE, han pasado de ser imprescindibles a convenientes", abunda Cifuentes. En la misma línea se expresa la catedrática de Economía Sara de la Rica: "Me parece que los sindicatos han perdido muchísima fuerza. Los empresarios han ganado más libertad”. Para esta profesora de la Universidad del País Vasco, un elemento central es la eliminación de los salarios de tramitación, que hacen que el tiempo ahora corra en favor de los empresarios.
Los sindicatos no piensan quedarse de brazos cruzados. "Vamos a luchar para defender a los trabajadores", advierte Toni Ferrer, secretario de Acción Sindical de UGT. Y afirma que si no tienen oportunidad de negociar como hasta ahora lo más probable es que haya más huelgas y más pleitos en los juzgados. Coincide con él, Cifuentes, de Olswang: "En el corto plazo va a haber abusos y subirá la conflictividad laboral".
Lo sucedido en el Liceu de Barcelona les da la razón. Cuatro días después de aprobarse la reforma, la dirección del centro operístico presentó un ERE. Los trabajadores respondieron convocando 18 días de huelga coincidiendo con la representación de La Bohème, de Giacomo Puccini. Para evitar el paro, al final la dirección del Liceu aceptó la propuesta de los trabajadores de aplazar la paga extraordinaria y retiró el ERE.
Falta tiempo para ver las verdaderas consecuencias" Miguel Ángel García, sociólogo
Evita hablar de conflictividad Ramón Górriz, responsable de Acción Sindical de CC OO, aunque no lo niega. "Es evidente que la ley pretende debilitar la negociación colectiva", añade Górriz, que expone que la respuesta sindical llegará en las elecciones sindicales y ganando afiliados.
La respuesta de Górriz da pie a Carlos García Serrano, profesor de Economía de la Universidad de Alcalá, a recordar una de las máximas de su maestro, Luis Toharia: las mayores consecuencias de las reformas laborales son las no previstas. "Igual sucede lo contrario. En la medida en que se potencien los convenios de empresa, los sindicatos van a verse obligados a volcarse ahí". No obstante, García Serrano sí que admite que en primera instancia "las centrales van a perder poder".
De los conocedores del mercado laboral consultados para este reportaje, solo el responsable de relaciones laborales de CEOE, José de la Cavada, cree que la reforma no resta peso a los sindicatos. "La nueva normativa se asegura que empresarios y trabajadores gocen de tiempo suficiente para negociar el nuevo convenio", explica De la Cavada sobre el límite de dos años a la prórroga de los convenios no renovados, hasta ahora indefinida.
Miguel Ángel García, profesor de Sociología de la Universidad de Valencia, ve cambios profundos: "Se quitan derechos en los que se basaba la acción sindical, pero no sé hasta donde se mina el poder sindical. Hace falta tiempo". García recuerda que las consecuencias de las reformas de Thatcher en Reino Unido que restaron mucho papel a los sindicatos se vieron años después.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.