Las liberalizaciones del Ejecutivo de Monti salen adelante descafeinadas
El Gobierno italiano aprueba el decreto ley sobre los gremios con multitud de enmiendas
Entre los muchos caballos de batalla de Mario Monti al frente del Gobierno de Italia, el más difícil de montar es el de las liberalizaciones. El primer ministro surgido de la crisis decidió ponerle coto a los privilegios de determinados gremios -notarios, abogados, farmacéuticos, taxistas…- que, desde tiempo inmemorial, hacen y deshacen a su antojo, al margen de criterios políticos o coyunturas económicas. Cuando el sucesor de Silvio Berlusconi anunció su ambicioso paquete de liberalizaciones, una pregunta quedó en el aire: ¿será capaz? La respuesta acaba de llegar: sí, pero menos. El decreto de las liberalizaciones saldrá hoy adelante en el Senado pero una vez descafeinado por la comisión de Industria y tras recibir 1.700 enmiendas.
Durante las últimas semanas, los distintos grupos de presión han negociado con el Gobierno de Monti para que suavizara sus pretensiones y en la mayoría de los casos lo han conseguido. Por ejemplo, los notarios han logrado abortar el proyecto que permitía la constitución de empresas sin pasar por sus despachos. A cambio, admitirán que las sociedades cuyo capital no exceda de 10.000 euros puedan inscribirse de forma gratuita.
Los taxistas -el gremio más fiero- también han logrado que sean los respectivos alcaldes, y no el Gobierno, quienes fijen el número de vehículos que deben dar servicio en cada ciudad (están convencidos de que los ediles serán más moldeables que el rígido primer ministro). Y los abogados han salido victoriosos al cancelar una norma que pretendía obligarlos a presentar un presupuesto previo por escrito y a pagarles a los jóvenes colegas en prácticas.
Los que más se siguen quejando, por el momento, son los farmacéuticos y los banqueros. El gobierno de Monti pretendía aumentar el número de farmacias de tal modo que pudiera abrirse una cada 3.000 habitantes. El gremio aspiraba a que fuese una cada 3.800. Los técnicos del Gobierno han fijado finalmente el límite en los 3.300 habitantes, lo que -según los primeros cálculos- puede conllevar la creación de 4.800 nuevos establecimientos. La tarta seguirá siendo muy suculenta pero de porciones más pequeñas. También, con el fin de ahorrar y de hacer el consumo más razonable, se podrán comprar los medicamentos por dosis en vez de por cajas.
Los bancos -en Italia particularmente abusones- también han puesto el grito en el cielo porque el Gobierno de los tecnócratas les va a obligar a conceder cuentas gratis a los jubilados cuyas pensiones no excedan de los 1.500 euros. El presidente de los banqueros, Giuseppe Mussari, se ha quejado diciéndole a Monti que no son ONG: “El Gobierno no puede pedirnos que prestemos servicios gratis. Se desnaturaliza la función de los bancos”.
Con lo que el primer ministro parece no partir peras es con la lucha a brazo partido contra la evasión fiscal. Cualquiera que visite el país lo puede comprobar fácilmente: nunca se han dado tantas facturas en Italia. “Es una lucha ineludible. Si cada uno declara lo que debe, la presión del fisco podrá ser más ligera para todos”. Cada vez que tiene ocasión -y el martes lo hizo ante las máximas autoridades en la materia-, el primer ministro, que también se reservó para sí la cartera de Economía, subraya que la lucha contra la evasión fiscal es una cuestión de equidad. “En 2011”, señaló, “y gracias a la Agencia Tributaria y a la Guardia de Finanzas, se recuperaron 12.000 millones de euros. Pero se puede y se tiene que hacer más”.
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