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Atenas sacrifica soberanía fiscal a cambio del segundo rescate europeo

Grecia evita la suspensión de pagos con créditos internacionales de 130.000 millones Europa concede créditos a intereses más bajos El BCE no contribuye a las ayudas, pero sí lo hacen los bancos centrales de la eurozona

Claudi Pérez
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker y el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker y el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.YVES HERMAN (REUTERS)

La historia económica y financiera está plagada de acontecimientos inimaginables que se acaban convirtiendo en inevitables a una velocidad asombrosa. Europa ha evitado de madrugada, con las ya habituales dosis de melodrama y nocturnidad, uno de esos peligrosos lances: la ruptura de la eurozona -al menos por el momento- por el eslabón más débil, Grecia. El club del euro ha aprobado, con varios días de retraso y a ultimísima hora, el nuevo plan para evitar la suspensión de pagos de Grecia: 130.000 millones de euros en créditos baratos a cambio de una enorme cesión de soberanía por parte de Atenas, probablemente la mayor realizada por un país en tiempos de paz. La alternativa era una suspensión de pagos desordenada y un efecto contagio peligrosísimo en los mercados de deuda y en el sector financiero. A primera vista, ese obstáculo se ha salvado: el euro y los mercados reaccionan positivamente al pacto, pese a que la incertidumbre se ha mantenido hasta el final.

El día de la verdad para Grecia ha servido para constatar una de esas máximas inapelables: en economía no hay comidas gratis. El segundo rescate llega vía créditos internacionales, a unos tipos de interés menores que el primero (en mayo de 2010 los préstamos pactados implicaban intereses usurarios, superiores al 5%; ahora esos tipos serán sustancialmente menores), pero sobre todo con un reguero de exigencias. Atenas ha aprobado todas y cada una de las condiciones impuestas por sus socios: recortes de gasto, de sueldos, de pensiones y de funcionarios, y el compromiso por escrito de que gane quien gane las próximas elecciones esas promesas de ajuste draconiano se mantendrán a rajatabla. Ni así ha logrado el Gobierno del tecnócrata Lukas Papademos que Europa deje de desconfiar: la clave del segundo rescate a Atenas es el pliego de condiciones de las ayudas, que implica una exigente cesión de soberanía fiscal.

Son 130.000 millones de euros en créditos baratos a cambio de una enorme cesión de soberanía por parte de Atenas

Los países que ponen el dinero, liderados por Alemania, reclamaban condiciones como una especie de seguro para cubrirse ante un eventual incumplimiento de las promesas de austeridad griegas. No se fiaban de la capacidad, incluso de la voluntad de Papademos para aplicar la drástica cura elegida para poner en vereda la economía griega. Pero desde el lado de Atenas las concesiones rayan la humillación para una ciudadanía que lleva cuatro años muy, muy duros a sus espaldas. Grecia ha capitulado de madrugada al aceptar una cuenta bloqueada para que el dinero recaudado se destine a satisfacer los intereses y el principal de su deuda, antes de poder tocar un solo euro para pagar las facturas, los sueldos de los maestros y las pensiones. Además, ha admitido una representación permanente de sus socios (la troika: Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo), una especie de comisario en Atenas que comprobará que los ajustes se cumplen caiga quien caiga. Las presiones alemanas han sido extremas: Papademos ha llegado a desmentir en las últimas horas que Bruselas estuviera en condiciones de nombrar un comisario con derecho de veto en cada uno de sus ministerios.

El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, ha afirmado que el nuevo rescate incluye "una condicionalidad rigurosa y reforzada para asegurar un control efectivo del programa de ayuda, con una presencia permanente de las instituciones internacionales en Grecia, la creación de una cuenta bloqueada para satisfacer los pagos de la deuda y el compromiso firme de los dos grandes partidos griegos para cumplir el programa". "La economía griega", ha destacado en una rueda de prensa matutina, pasadas las seis de la mañana, "no puede basarse en una función pública hipertrofiada financiada con deuda pública barata".

El segundo rescate llega vía créditos internacionales, a unos tipos de interés menores que el primero

El objetivo declarado era y es que el endeudamiento de Grecia baje hasta alcanzar niveles "sostenibles", del 120% del PIB en 2020. Las cifras definitivas se quedan cerca de ese número, pero son algo más elevadas. La deuda se reducirá a un 120,5% del PIB griego para 2020, según el Eurogrupo, sea el que sea el PIB griego para esas fechas: es muy difícil saber cuándo se va a detener la recesión galopante en la que se ha metido el país tras varias oleadas de recortes; es imposible saber cómo y a qué velocidad se va a recuperar Grecia. El acuerdo se fraguó tras más de 13 horas de negociaciones porque los datos no acababan de cuadrar: para alcanzar ese nivel de deuda sostenible, finalmente la banca deberá arrimar el hombro algo más de lo que se barajaba, con una quita que superará el 53%. Es decir: por cada 100 euros en deuda griega, la banca recibirá menos de la mitad de lo invertido. Eso supone unos ahorros de unos 100.000 millones, según los cálculos del Eurogrupo. La mayor participación del sector privado en la reestructuración respecto a lo previsto se debe a que el agujero de Grecia es mayor de lo esperado: la recesión, que va ya por su cuarto año, es más profunda de lo que Bruselas creía.

Junto con la participación de la banca, los menores tipos de interés aplicados a los créditos internacionales para Grecia supondrán un ahorro de 3.400 millones de euros para Atenas. El BCE, finalmente, no contribuirá a las ayudas. Pero sí los bancos centrales nacionales de la eurozona, que contribuirán con 1.800 millones, procedentes de los beneficios esperados por las inversiones en deuda pública helénica.

El objetivo es que el endeudamiento de Grecia baje hasta el 120% del PIB en 2020

Conviene mirar con detalle a Grecia: allí llevan meses de protestas estudiantiles, de huelgas contra la austeridad draconiana, de cargas policiales y descontento creciente en las calles, algo que en otros países es solo un impulso incipiente. La de Grecia es una historia estremecedora: una economía que supone apenas algo más del 2% de la economía europea, pero que trae de cabeza al continente porque algunas de sus cifras ya son mareantes. El nuevo rescate se suma a los 73.000 millones desembolsados en el primer paquete de ayuda y a los más de 100.000 millones con los que está previsto que la banca arrime el hombro. Más de 300.000 millones en total no han impedido algo parecido a una depresión, con cuatro años consecutivos de caídas del PIB, el paro por encima del 20% y un sistema financiero asfixiado. La banca gana: todo ese dinero ha servido, básicamente, para dar tiempo a las entidades financieras alemanas y francesas (las más expuestas a Grecia) y al resto del sector europeo, que respira con la barra libre de liquidez del BCE. Y aun así, incluso con el segundo rescate incluido, Grecia sigue sin tenerlas todas consigo. Tiene que volver a crecer en un entorno adverso, con el lastre que suponen varias oleadas de recortes y el peso muerto de su enorme deuda. Grecia y Europa han ganado tiempo. Pero ni siquiera después del rescate se puede descartar la posibilidad de una salida del euro. Queda crisis griega para rato. Un maratón de cumbres, de difíciles negociaciones, unas elecciones a la vista; un futuro que sigue siendo incierto a pesar de todo el dinero europeo.

Refuerzo de los cortafuegos

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha saludado "el acuerdo alcanzado con los socios europeos, muy importante para que Grecia pueda volver a la senda correcta", aunque la participación del FMI en las ayudas no se conocerá hasta la reunión de primavera de la institución multilateral. El FMI ha puesto deberes a Europa: su contribución (para la que ha estando recaudando fondos tanto en Europa como en Asia y en otros países) dependerá "del cortafuegos financiero" para evitar el contagio en la eurozona. Europa dispone ahora de un fondo de rescate temporal (con una potencia de fuego de 250.000 millones) más otro permanente, con un alcance de medio billón de euros. Bruselas presionó ayer para unir esos dos fondos, pero el Eurogrupo no alcanzó ningún acuerdo. "Esperamos que en la cumbre de jefes de Estado del 1 de marzo los socios decidan unir los dos fondos para tener una potencia de fuego muy superior a la actual", ha explicado Olli Rehn.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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