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Análisis:Las pruebas de solvencia a la banca
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Pruebas de estrés: ¿Para qué son buenas?

Este viernes, 23 de julio, se darán a conocer los resultados de los test de estrés realizados a los 91 principales bancos europeos. Estas tienen como objetivo reducir la incertidumbre reinante sobre la estabilidad de los sistemas financieros nacionales y fomentar la confianza entre los propios bancos. Las entidades sometidas a las pruebas representan a dos tercios del sector bancario europeo, alcanzando al menos el 50% del mercado nacional en cada país. Muchas personas han dudado de que estos exámenes vayan a ser de gran ayuda en la estabilización del sistema financiero. Después de todo, el estrés es sólo sobre el papel, ya que los resultados han sido negociados durante algún tiempo entre los supervisores y los bancos centrales, y en general se cree que todos los grandes bancos las pasarán por un cómodo margen. Teniendo en cuenta estas limitaciones, ¿hay algún significado más profundo?

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Yo creo que las pruebas, sin embargo pueden ser importantes, si sus resultados no son tomados a la ligera.

En primer lugar, miden de forma individual la capacidad de resistencia del capital de un banco ante un determinado impacto en su balance. Sin embargo, pasarlano debe confundirse con una señal de estabilidad del sistema financiero ya que solo se considera el riesgo individual de quiebra, no el riesgo sistémico o colectivo (común a todo el sector). Además, el diseño de los test no permite la combinación simultánea de todos los elementos de riesgo relevantes, pero supone un determinado conjunto de factores, incluidos cambios en elementos macroeconómicos como el PIB o el IPC, un incremento de los diferenciales de crédito y un descenso del precio de los bonos soberanos. Por lo tanto, suspender es un signo de debilidad institucional, mientras que pasar no es automáticamente una señal de salud financiera.

Por esta razón, una test de estrés no puede sustituir a un enfoque más global respecto al riesgo del sistema, tal y como ha sido ampliamente discutido en el contexto del actual programa del G-20 (véase por ejemplo el reciente informe realizado por la Comisión Issing al Gobierno Alemán). Sin embargo, puede destacar la debilidad de algunas entidades, medido por los estándares definidos en los mismos. Revelar la información referente al suspenso conllevará casi con seguridad un aumento de los problemas de financiación para los bancos implicados, siendo la ampliación de capital la consecuencia más probable para los que obtengan unos resultados pobres. En 2009 en EE.UU., los resultados de la prueba de resistencia fueron la base para establecer el nivel de recapitalización que se exigió a varias entidades, entre las que destacaba Bank of América.

Respecto a los bancos alemanes, no hemos oído mucho acerca de los planes de contingencia, pero su fuerza y la eficacia global probablemente también será juzgada por la firmeza con la que se acometan las recapitalizaciones y las reestructuraciones de capital. En este sentido, los resultados de los exámenes de resistencia son una excelente oportunidad para que el regulador alemán demuestre su disposición y su capacidad para reforzar las normas de capital de los bancos, así como la estructura financiera a nivel nacional.

¿Este punto de vista es compartido por el público, particularmente por la dirección del sector financiero? Para averiguarlo el Centro de la Universidad Goethe de Estudios Financieros (CSA) ha realizado una encuesta entre 500 altos directivos del sector financiero alemán, incluyendo miembros de otros servicios bancarios, gestión de activos seguros, consultoría, auditoría y supervisión. Los participantes tenían que juzgar el efecto de los actuales test de esfuerzo realizados a la banca alemana. Es interesante ver como una mayoría afirma que esta prueba consolidará la confianza de los inversores en la seguridad y solidez del sistema financiero. Los encuestados que creen que la publicación de los resultados contribuirá a la estabilidad del sistema financiero también predicen un posterior aumento de la supervisión bancaria. Por otra parte, la gran mayoría de los participantes considera esencial que una estrategia predefinida de cómo hacer frente a aquellas entidades que no aprueban es esencial. Casi la mitad de los que piden una estrategia de cómo tratar con las entidades fallidas creen que hay una necesidad de reestructurar el sector bancario alemán.

Esta opinión puede resultar particularmente relevante en el caso de los bancos alemanes estatales (Landesbanken), la mayoría de los cuales todavía están buscando un modelo de negocio viable. Debido a su rápida aplicación y la forma en que señala, una prueba de esfuerzo puede convertirse en un catalizador para los cambios industriales, superando los obstáculos que de otro modo podrían retrasar los cambios relevantes en el capital y el control corporativo.

Viéndolo globalmente, nos encontramos con dos buenas razones para fomentar los test de resistencia que se han realizado en Europa. Siempre que no exista el apoyo del gobierno respaldando la reestructuración del capital, ya sea directamente a través de inyecciones de capital o indirectamente a través de insistir sobre otras cuestiones, la prueba se prevé que aumentará la confianza de los participantes en el mercado, y servirá para estabilizar el mercado interbancario. Además, ofrece la oportunidad para realizar una reestructuración preventiva, fortaleciendo así el sistema financiero del país. La consecución de estas dos buenas razones provocará una cierta tensión política en los estados. Esperemos que los gobiernos de Europa estén preparados para ello.

El autor es profesor de la Universidad Goethe de Frankfurt y director del Centro de Estudios Financieros de Hacienda.

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