_
_
_
_
Entrevista:ALBERTO IGLESIAS | Músico

"El miedo también me inspira"

Rocío García

No ejerce su poder, pero es innegable. Lo despliega allá por donde va. Se llama placidez, tranquilidad, calidez. Se sienten en su casa, en medio de una arboleda espléndida en la sierra madrileña. Hasta el gato y los dos perros parecen imbuidos por esta atmósfera de placer silencioso. Alberto Iglesias (San Sebastián, 1955) acaba de recibir la noticia de su tercera candidatura a los Oscar de Hollywood por la música de la película El topo, de Tomas Alfredson, el director sueco de aquella sorpresa titulada Déjame entrar. Sus anteriores candidaturas lo fueron con El jardinero fiel (Fernando Meirelles) en 2006 y Cometas en el cielo (Marc Forster) dos años después. Todo esto lo vive Iglesias con mucha cautela, poniendo en cuestión muchas cosas. Incluso su nominación a los Premios Goya -ya tiene nueve estatuillas-, por La piel que habito, de Pedro Almodóvar. Ahora mismo tiene en cartel en España tres películas con sus músicas: El topo, La piel que habito y El monje.

"Entre una película y otra necesito un lavado de estómago, oír otras cosas"
"Todo lo aprendí a fogonazos; tengo por sistema no ser sistemático"

Pregunta. ¿A la tercera va la vencida?

Respuesta. Ojalá. Me encantan las cosas numéricas, las coincidencias. Me encanta el número tres. Puede ocurrir, pero es muy complicado.

P. Es su tercera candidatura a los Oscar pero ninguna lo ha sido con una película de Almodóvar, su director fetiche.

R. A mí me conocen fuera por Almodóvar; él es el que me ha abierto ese camino. Alfredson me llamó por el trabajo con Pedro, aunque también había trabajado ya en una película sobre una novela de John le Carré, El jardinero fiel. Debió de pensar que ya tenía un pasado Le Carré.

P. ¿Esperaba una candidatura por La piel que habito?

R. Sé que esa partitura ha tenido repercusión y me hablaron de la posibilidad de que estuviera nominada. Aunque también sabemos que es dificilísimo entrar con una película de habla no inglesa en la categoría de música.

P. ¿Qué fue lo que le decidió a aceptar el encargo de El topo?

R. Lo primero fue el propio Alfredson porque su película anterior, Déjame entrar, me había gustado mucho. Y lo segundo, por la complejidad. Me gustó que tras ella todo era verdad. No es una película impostada ni exagerada en cuanto a la acción. Es un ejercicio de elegancia, belleza y estética en muchos aspectos, pero creo que fue la autenticidad de su narración lo que me atrapó.

P. ¿ Qué tipo de música le sugería esa historia tan compleja?

R. Me pareció que iba a trabajar como un arma secreta, que era parte del propio espionaje. Tenía que ser muy maleable, esconder también secretos que no fueran evidentes e ir poco a poco trazando esos secretos muy cerca del espectador. La música debía tener los mismos avances y crecimientos que la propia historia, siempre pensando en la posición y comprensión del espectador, al ser una película tan compleja.

P. ¿Le pidió algo en concreto Alfredson?

R. En concreto, no. En esta y en todas las películas es el director quien mejor la conoce, o sea que yo puedo cometer errores. Todas las películas, y no solo las de espionaje, son un reloj en el que todo está planificado y medido para que llegue al espectador. Para mí, una parte del proceso de componer la música es conocer bien las tripas de la película. En El topo, además de haber muchos hilos, tuve que contar con que los espías son gente muy callada y que no dicen lo que piensan.

P. ¿La inspiración se busca, se encuentra?

R. Muchas veces las cosas que me influyen son casuales. Me puede influir una música que oigo en ese momento. Me influye mucho documentarme, pero tampoco soy muy pesado con eso. Creo que la inspiración existe y la inspiración probablemente es el deseo de hacer algo, la curiosidad y el miedo a no saberlo hacer. El miedo también me inspira, porque me pone en una situación de creación. En la cabeza de un músico resuenan sin querer todas las músicas que ha oído. Cuando empecé El topo había empezado a escuchar música hindú y de Olivier Messiaen como terapia para salirme de La piel que habito...

P. Entre película y película necesita...

R. Lavado de estómago. Necesito escuchar otra música diferente para llenarme la cabeza con otras cosas. Leer también me influye mucho. Tengo que ejercer una voluntad de desmemoria, de no acordarme de lo que he hecho anteriormente para llegar limpio. A veces es tanta esa voluntad que se me olvidan muchas cosas que he hecho recientemente. No es hartazgo, simplemente necesidad de pasar a otra cosa. Lo que me está ocurriendo ahora es que estoy echando marcha atrás y empezando a recordar y rehacer piezas de los años noventa, las estoy revisitando. Es como cerrar un círculo, una manera de mirarme a mí mismo que no había hecho nunca.

P. ¿Y eso por qué?

R. Es un acto voluntario que me place. No es autocomplacencia. Es como si hasta ahora solo hubiera mirado para adelante y ahora, de repente, me encuentro echando una mirada atrás. Es algo misterioso porque encontrarte con algo de hace 15 años...

P. ¿Qué se ha encontrado?

R. Todavía no lo sé. Lo estoy haciendo ahora, pero no de manera sistemática, como nada de lo que hago. Todo lo he aprendido por fogonazos, tengo como sistema no ser sistemático. Me extraño de cosas que se me habían olvidado y otras las escribiría claramente otra vez. No es afán de corrección, me resulta estimulante.

P. ¿Qué elementos cree que debe de tener una buena banda sonora?

R. Lo primero es que no hay que ser un pelma, no atufar como una demostración musical. Hay que tener cuenta que es música, que se tiene que sujetar por sí misma y al mismo tiempo tiene que tener los oídos puestos en lo que está ocurriendo en la pantalla. Siempre pensar en un espectador inteligente, no creer que hay que educarle. Hay que estimular la imaginación y buscar nuevas ideas. En muchas partituras del cine veo muchos clichés y fórmulas que se repiten. Agradezco más la extrañeza que puede producir una música que escuchar otra vez lo mismo.

P. ¿Está cansado del cine?

R. No, cada vez me estimula más. Yo no era cinéfilo cuando empecé, casi me pillaron porque era el único músico que había en varios kilómetros a la redonda. Luego mi persistencia en el cine ha sido por decisión propia y cada vez me gusta más. Me veo siguiendo en esta profesión

P. Pero ahora ha hecho un parón, ¿no?

R. Sí, porque hay que renovar y había hecho cuatro películas seguidas sin pausas. Estoy trabajando ahora en una pieza basada en cuatro poemas. El central es el poema de Wallace Stevens que se titula El poema que ocupó el lugar de una montaña. Es una pieza lírica, hay una soprano cantando y la orquesta con dos pianos con una relevancia mayor. Es una experiencia vital, quizá más mía que cuando trabajo en el cine. Hay quizá más presencia mía, aunque no mucha porque enseguida cedo los trastos. Me gusta mucho ser el narrador de otro.

P. ¿Hay un estilo Alberto Iglesias?

R. No. No defiendo ningún estilo. Estoy deseando cambiar. Es como estar cuidando una casa temiendo que te la roben, prefiero seguir construyendo casitas nuevas alrededor y no estar aprisionado.

P. Cuando oye la palabra piratería, ¿qué le sugiere?

R. Terrible, pero nosotros tenemos que seguir como si no pasara nada. Espero que cambie. Hay que valorar la música como un objeto en el que hay un trabajo detrás que hay que pagar. La gente se baja la música por bajar, solo buscan la cantidad y yo creo que lo importante es que tengas tus canciones, las que son parte de tu memoria, de tu vida, las que forman parte de tu cultura, las que enseñas a tus amigos para compartir, las que marcan tu identidad. El mundo no se va a parar porque no haya música, pero habrá muchas menos posibilidades de desarrollar nuevos talentos.

Alberto Iglesias, en su casa de la sierra de Madrid.
Alberto Iglesias, en su casa de la sierra de Madrid.CARLOS ROSILLO

Partituras clave

- Vacas (1992).

- La flor de mi secreto (1995).

- Carne trémula (1997).

- Los amantes del círculo polar (1998).

- Todo sobre mi madre (1999).

- Hable con ella (2002).

- El jardinero fiel (2005).

- Volver (2006).

- Cometas en el cielo (2007).

- Los abrazos rotos (2009).

- La piel que habito (2011).

- El topo (2011).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_