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Entrevista:JAVIER VIAR | Director del Museo de Bellas Artes de Bilbao

"Tendríamos que lograr que los autobuses de turistas paren aquí"

El Museo de Bellas Artes de Bilbao clausuró ayer la antológica dedicada a Antonio López, que ha conseguido superar los 208.000 visitantes en sus tres meses y medio de duración, récord absoluto en la historia de la pinacoteca. En la despedida de la muestra, su director, Javier Viar, agradece "la cordialidad" del público. "Sabíamos que Antonio López era un nombre mágico, pero ha sido una sorpresa el tamaño del éxito, que ha superado las expectativas", destaca.

Pregunta. ¿Qué conclusiones saca del éxito de la exposición de Antonio López?

Respuesta. No cabe duda que una exposición de gran calidad artística, que además tiene una repercusión mediática y popular tan grande, es el mirlo blanco que buscamos los museos. No es cierto que no nos importan los números. Lo lógico es que se hagan exposiciones para que sean vistas, y la audiencia es parte del éxito. Puedes hacer exposiciones muy hermosas y de gran calado cultural, que a la larga tengan una repercusión científica, pero que no tienen buena acogida. Si eso ocurre, hay que reconocer que alguna pata está coja. Con Antonio López acertamos en todo: en la calidad y en la respuesta del público. Culturalmente es importante y sirve de caja de resonancia que ahorra millones en publicidad.

"Antonio López es ese mirlo blanco que buscamos los museos"
"Hay que compaginar calidad, interés científico y el público"
"Estamos negociando un nuevo fondo para la compra de obras"
"La idea de la ampliación del museo no se ha deshechado"

P. ¿La afluencia de público es la única forma de evaluar las exposiciones?

R. Corremos ese riesgo. Hay una conjunción de los estamentos sociales que mueven la opinión, como son las instituciones, los medios y los patrocinadores, que miden los éxitos por los números. Los gestores de los museos nos quejamos de esa presión, que puede dificultarnos la organización de algunas exposiciones.

P. ¿Condiciona la programación futura?

R. Tenemos que tener la astucia y el ingenio suficiente para no caer en ello, sin obviarlo. Hay que compaginar la calidad, el interés científico y el éxito de público a lo largo del año. Nos apetece que las exposiciones aporten más allá del territorio al que pertenecemos. La colección, desde el siglo XIII a nuestros días, nos lo permite.

P. En mayo cumple diez años al frente de la dirección del Bellas Artes. ¿En qué ha cambiado en esta década?

R. Yo encontré un museo ya modernizado, pero había que hacer la experimentación de esa modernización. Lo más importante que hemos hecho ha sido la estabilización del museo. Las exposiciones, las compras, las publicaciones, la didáctica, las restauraciones se han sistematizado. Hasta 2005, por ejemplo, no se anunciaba la programación por adelantado. Ahora presentamos en diciembre el plan de todo el año. Las adquisiciones se hacían a salto de mata, cuando se podía. En estos años hemos contado con un fondo que ha permitido comprar de manera continuada.

P. El fondo de seis millones de euros que en 2001 dotaron las instituciones con un crédito se ha agotado.

R. Estamos negociando un nuevo fondo, mucho menor por la situación económica, pero con una fórmula parecida. Va a ser a siete años, no a 10. Seguirá siendo estable, aunque menos rumboso. Los recortes, también en las exposiciones, van a ser asumibles.

P. ¿Se puede renunciar a comprar obra en épocas de escasez?

R. No es, en absoluto, deseable. La colección es la médula del museo, lo que da la identidad al museo y a la cultura que lo rodea. La cultura de una sociedad no solo se forma con lo que genera, sino también con lo que adquiere, que da la tónica de sus intereses, de lo que ha soñado poseer. Conforma un elemento importante para la creación intelectual de un lugar. No solo nos pertenece lo que se crea en nuestro entorno, sino lo que buscamos fuera.

P. ¿Cómo ve estos 10 años de adquisiciones de obras?

R. Hemos comprado de manera muy diversificada y en el orden preciso. Las piezas caras, Chillida, Kitaj, Peter Blake, Barceló, se compraron al principio. En los últimos meses hemos adquirido más arte vasco, a precios más baratos.

P. ¿Qué ha quedado de los planes de ampliación del museo?

R. Queda la idea, que no se ha desechado en absoluto. Está en letargo, pero es necesario y es posible. Hay maneras de ampliar el museo de forma no muy costosa. Por supuesto, ahora no es planteable, pero cuando la situación económica se normalice es posible.

P. En 2003, después de su primer año al frente del museo, pedía más recursos para que el Bellas Artes se desarrollara como el resto de la ciudad.

R. Creo que algunos objetivos se ven cumplidos. El museo ha pasado de ser el encantador hermano pequeño de las grandes infraestructuras a ser cada vez más protagonista. En el último trimestre hemos tirado de la atracción turística, no solo cultural. Se nos considera más en la trama cívica, sobre todo la que importa para el desarrollo económico. Estamos demostrando que tenemos un potencial enorme. En estas especulaciones sobre el turismo, sobre cómo conseguir que los visitantes se queden la segunda noche, algo tenemos que decir. La exposición de Antonio López lo demuestra. Quizá nos falta sistematizarlo, conseguir una proyección exterior que acabara por consolidar al museo como un elemento de primera línea. El Guggenheim tiene un millón de visitantes al año y nosotros, 260.000. Resulta que es más difícil recorrer los 200 metros que nos separan que hacer el viaje desde Melbourne a Bilbao. Nosotros cuidamos las exposiciones y la colección, pero inducir al turismo para que visite el Museo de Bellas Artes es una operación diferente. Deben intervenir los estamentos que se dedican a eso. Tendríamos que lograr que los autobuses de turistas parasen aquí. Los viajes tienen que estar organizados. Quizá nos falte que los operadores y las instituciones turísticas piensen en nosotros como un elemento vertebral.

P. ¿Cambiaría la idiosincrasia del museo?

R. Yo no tendría miedo. La masificación va en detrimento de la calidad de la visita a las exposiciones, pero hay que encontrar el equilibrio, porque las instituciones culturales deben ser sostenibles y aumentar la autofinanciación. Si el museo se desarrolla es bueno para todos, revierte en la comunidad.

Javier Viar

Javier Viar (Bilbao, 1946) es licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Su vida profesional cambió de rumbo en mayo de 2002, cuando fue nombrado director del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Ocupó el puesto que dejó vacante la salida de Miguel Zugaza, meses después de la ampliación y reforma de la pinacoteca. Autor de varios libros de crítica artística, novelas y poemarios, antes de convertirse en su director fue durante 13 años miembro del Consejo de Administración del Bellas Artes.

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