"Si no hay justicia, habrá venganza"
La muerte a tiros de un senegalés desata la tensión racial y daña la convivencia en barrio del Besòs - Detenidos cuatro delincuentes por el crimen
Aún está por ver si el crimen de Ibrahima Dyey, el senegalés de 32 años abatido de un tiro el pasado martes en Barcelona, tiene motivaciones racistas. Lo que sí está claro es que así lo han vivido sus vecinos, amigos y familiares, que ayer se concentraron todo el día frente a la vivienda de los presuntos agresores, un padre y tres hijos de etnia gitana que ya han sido detenidos. El presunto autor del disparo mortal es uno de los hijos, que tiene 28 años.
Una absurda disputa por un partidillo de fútbol callejero provocó la muerte de Ibrahima y ha destapado un conflicto latente en el multiétnico barrio del Besòs.
El asesinato desató la rabia, la ira y la indignación de la comunidad senegalesa, que tiene muy presentes hechos similares ocurridos en Italia, Palma y Almería. La mecha ha prendido y el suceso derivó ayer en un conflicto social, que amenaza con provocar nuevos estallidos de violencia y con deteriorar la convivencia en un barrio marcado por la marginalidad, la exclusión social y el tráfico de drogas.
Fue una jornada con los sentimientos a flor de piel. Los 150 senegaleses congregados frente al número 4 de la calle de Palerm -donde se produjo el disparo mortal que impactó en el torso de Ibrahima- expresaron su sensación de que "matar a un negro sale gratis". Desde primera hora hubo discusiones a voz en grito entre el colectivo por la forma de abordar la tragedia. Mientras que unos escribían "justicia" en trozos de cartón, colgaban fotografías de la víctima en las paredes y llamaban a la calma, otros querían sencillamente venganza, "ir a matar a esos gitanos" y "quemarles la casa", en una escalada dialéctica que tuvo su reflejo en la práctica.
A las dos de la tarde se produjo un momento de máxima tensión. Alguien prendió fuego a un trozo de cartón y lo introdujo, a través de una ventana, en una de las habitaciones de la casa donde vivían los detenidos. El fuego afectó solamente a esa estancia y fue extinguido rápidamente por los bomberos, pero la policía fijó un perímetro de protección alrededor del bloque en previsión de nuevos incidentes.
"Si no hay justicia, habrá venganza. Esto no lo vamos a dejar así. Basta ya de estos crímenes. Ha pasado lo mismo en Italia, en Almería... No vamos a aguantar más", gritó a pleno pulmón un senegalés alterado por la tragedia. La mayoría de ellos conceden que, hasta la fecha, no se han registrado incidentes entre gitanos y africanos, dos de las comunidades de un barrio multirracial. "Hay algunos gitanos que nos insultan. La mayoría, no; incluso nos llaman 'compadres", dice Pierre.
Mustafá Thiam es uno de los líderes de la comunidad que intentaron templar los ánimos. Aun así, se mostró indignado por lo sucedido. "Ayer en Palma, hoy en Barcelona..., y mañana, ¿dónde?" dijo en alusión a los incidentes del pasado agosto en la capital balear, cuando la muerte de un hombre nigeriano, Efosa Okosum, de 33 años, desató una oleada de graves disturbios. El martes por la tarde, tras el crimen, algunos jóvenes volcaron contenedores y rompieron cristales de coches. "España ha de hacer cumplir la ley o dejarnos hacer la nuestra, que es fácil: si me matas, te mato", dijo Thiam durante la manifestación celebrada por la tarde. "Esto no es un conflicto de una raza contra otra, pero ¿por qué matan a los negros?", añadió.
Según las investigaciones, el padre de la familia increpó a los senegaleses porque jugaban a la pelota en la calle. Se inició entonces una disputa. Ibrahima intentó mediar y recibió un disparo mortal, presuntamente, de uno de los tres hijos, explicó Joan Carles Molinero, comisario jefe de Barcelona. Entre los cuatro familiares acumulan más de 60 antecedentes policiales por robo, tráfico de drogas y peleas. Molinero dijo que no se trata de una agresión racista, pero los senegaleses la han asumido como tal y recuerdan que el padre, Pepe, El Portugués, ya les había amenazado con "matar a un africano".
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