Copa Federación

Ante la noticia de la designación de Arantxa Sánchez Vicario como capitana de la Copa Federación, no puedo sentir más que indignación. A quienes la califican de "la leyenda" les supongo que conocen su significado, según la acepción de la Real Academia Española: ídolo; persona o cosa admirada con exaltación.

Pues bien, a quienes tienen esa opinión de la extenista, me gustaría recordarles la sentencia de 1999 del Tribunal Supremo que desestimaba el recurso de casación presentado por Arantxa Sánchez Vicario, por la que fue condenada a pagar las cantidades correspondientes al impago del impuesto de la renta de personas físicas (IRPF) de cinco años, que ascendían a 3,5 millones de euros.

En cualquier momento y situación, pero más aún si cabe, en las difíciles circunstancias que vive este país, no parece de recibo que a quien ha defraudado buscando triquiñuelas legales, como establecer su residencia en Andorra como mera formalidad para beneficiarse de la legislación de ese país, sea considerada un ídolo o admirada con exaltación y, tampoco, que ostente la representación de España, ya sea en la Copa Federación o en el concurso de canicas de mi barrio.