El año en que los municipios descarrilaron
El alcalde de Parla, desesperado, se encerró en la sede del Gobierno regional para salvar su tranvía. Un gesto que simboliza la ruina de muchos Ayuntamientos
El sentimiento de que ser de Parla es un orgullo llevó a un político llamado Tomás Gómez a ejecutar la transformación más fascinante que sufrió una ciudad en la década de los noventa. Lo que era un pueblo se convirtió en una villa de grandes avenidas con árboles, un hospital para toda la comarca, con una playa a cientos de kilómetros del mar... y como hasta allí no había llegado el metro, se instaló un innovador tranvía.
El megaproyecto que unió todos los barrios de Parla lo convirtió en un lugar ideal para vivir, sobre todo para las parejas jóvenes que huían de los altos precios de otras localidades. Tomás Gómez dejó la alcaldía de la ciudad para tomar las riendas del PSM y un amigo de la infancia, José María Fraile, ingeniero aeronáutico, se quedó al frente del municipio. Sin quererlo y casi sin imaginárselo cuando sucedió a Gómez, Fraile, de 44 años, se ha convertido en la personificación de un alcalde en apuros enfrentado a las monumentales deudas de un Ayuntamiento.
El tranvía ha resultado ser insostenible. La empresa encargada del mantenimiento no había cobrado el mes pasado nada de los servicios que venía prestando desde 2008. Se interrumpió el servicio. La deuda con la empresa concesionaria es de 44 millones de euros. En total, casi 100 millones es lo que adeuda el Consistorio. Fraile puso en marcha un ERE con el que se despidió a 100 trabajadores municipales y semana a semana ha ido teniendo que recortar por todos lados.
No es un caso aislado. La situación económica de los Ayuntamientos madrileños es dramática. Los ingresos se desplomaron. Las facturas se acumulan. Edificios municipales de pueblos se han quedado sin luz ni agua por impago. Los alcaldes de las grandes ciudades se enfrentan al mayor reto presupuestario en democracia. ¿Cómo recortar gastos sin prescindir de servicios básicos?
Al día siguiente de que el tranvía dejase de funcionar por falta de pago, Fraile se encerró en la sede de la Comunidad de Madrid, en Sol. Su intención era que la presidenta Esperanza Aguirre se comprometiese a cofinanciar el transporte. La foto se le hizo a Fraile sentado en la ventana en la que habría de permanecer toda la noche, sin luz y sin comida. Una austeridad que será la tónica dominante en los Ayuntamientos en los próximos cuatro años.
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