La oposición rusa lanza un desafío frontal a Putin en las calles de Moscú

La oposición rusa ha decidido mantener el pulso con el primer ministro, Vladímir Putin. Más de 50.000 personas -y más de 100.000, según los convocantes- se manifestaron el sábado en la avenida Sájarov, en el centro de Moscú, para protestar contra el fraude electoral que, según la oposición y diversas organizaciones no gubernamentales, se cometió en los comicios parlamentarios celebrados a principios de mes. Se trata de las mayores protestas registradas en los últimos diez años. A pesar de ello, el equipo del primer ministro minimizó ayer el alcance de las marchas. "Como político y candidato presidencial, Putin tiene el apoyo de la mayoría", afirmó su portavoz, Dmitri Peskov. "Respetamos la opinión de los manifestantes, son una parte importante de la sociedad, pero están en minoría".

El expresidente Gorbachov envió un mensaje de apoyo a la protesta

La asistencia a las manifestaciones superó las previsiones de los convocantes, según señalaban ayer varios medios y blogueros críticos con el Gobierno. En Moscú, dos horas después de que el mitin hubiera comenzado, la gente continuaba llegando en un torrente ininterrumpido. Los oradores finales, al igual que en el mitin de protesta anterior, fueron representantes de las más diversas tendencias, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. A todas las organizaciones reunidas en la protesta les une el rechazo al actual régimen, que busca eternizarse en el poder.

El popular escritor de novelas policiacas Grigori Chjartashvili, más conocido por su seudónimo Borís Akunin, propuso bautizar al nuevo movimiento de protesta como Rusia Honesta, un nombre que de entrada debe marcar las diferencias con el actual régimen del partido Rusia Unida. "La honestidad es un concepto fundamental, ya que estamos obligados a convivir con un poder que está constantemente mintiendo y robando", señaló Chjartashvili, al tiempo que hacía un llamamiento a todos para, "pensar qué se puede hacer para no enviar a Putin al Kremlin, sino a la jubilación".

Putin es el candidato oficial de Rusia Unida, el partido que obtuvo mayoría absoluta en el Parlamento elegido recientemente, para las presidenciales del próximo marzo. Nadie duda que las ganará y que así retornará al Kremlin. Según el acuerdo al que llegó la cúpula del país, el actual jefe de Estado, Dmitri Medvédev, será quien encabece su Gobierno como primer ministro.

Entre los políticos que intervinieron en el mitin estaba también el ex viceprimer ministro Borís Nemtsov, quien pidió la renuncia de Putin. Esta exigencia se podía ver en numerosas pancartas y era una constante en los discursos de muchos otros oradores. Mijaíl Gorbachov, el expresidente soviético, no acudió a la marcha pero declaró su apoyo a las exigencias de la oposición, sobre todo la renuncia del jefe de la Comisión Electoral Central, Vladímir Chúrov. Además, pidió a Putin que se marchara.

Ayer, el portavoz del primer ministro arremetió contra Gorbachov. "Un exlíder de un país tan inmenso, al que en realidad él hizo quebrar, propone dimitir a otra persona que salvó de este mismo destino a Rusia", dijo Peskov en un programa de televisión estatal.

La cabeza de Chúrov también ha sido pedida por el Consejo de Derechos Humanos, que depende del presidente Medvédev, en un duro documento que fue aprobado el viernes. Este comité ha subrayado que se necesita reformar urgentemente todo el sistema político ruso. Eso fue lo que propuso Medvédev en su último discurso sobre el estado de la nación, pronunciado el jueves pasado.

Mientras se desarrollaba la gran protesta de la oposición, el Kremlin anunció que los partidos podrán registrarse sin tener problemas próximamente ante el Ministerio de Justicia. Natalia Timakova, portavoz del presidente, prometió que muy pronto será enviado al Parlamento el proyecto de ley con las "nuevas normas" de registro electoral, que permitirán a todos los grupos políticos participar activa y legalmente en la vida del país. Actualmente, a los partidos de oposición que no están presentes en el Legislativo se les ha negado el registro.

La oposición no confía en que las reformas presidenciales sean llevadas a la práctica.