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El futuro del Partit dels Socialistes
Columna
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El PSC resuelve la primera mitad

Enric Company

Los socialistas catalanes resolvieron ayer la mitad de su problema de liderazgo. La otra mitad queda abierta, a la espera.

La que resolvieron es la vertiente interna, imprescindible condición previa en un partido político. La que siguen sin resolver es la vertiente externa del liderazgo, que, a la postre, es la más importante.

El alivio de los delegados por haber resuelto esa primera mitad era palpable a la salida del 12 congreso. Y era lógico, porque alejaba un riesgo que estuvo rondando al partido en la etapa precongresual, el peligro cierto de entrar en una etapa de luchas internas de consecuencias bastante imprevisibles.

La satisfacción estaba justificada, además, porque lo que resolvieron era lo único que se habían propuesto afrontar: poner la casa en orden después de los tres desastres electorales sucesivos cosechados desde 2010 y rearmarse psicológicamente para una etapa difícil, además de distinta, porque no es lo mismo estar en el Gobierno que en la oposición.

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Para lo otro, para el liderazgo externo, quedó claro que el PSC todavía no está en disposición de responder. El congreso lo reconocía, en la práctica, al adoptar una de sus principales innovaciones, la de convocar unas elecciones primarias abiertas a la ciudadanía para designar a sus cabezas de cartel en las elecciones locales, autonómicas y legislativas, lo que incluye, claro está, la nominación de su candidato para la presidencia de la Generalitat.

Esto es una revolución en la práctica organizativa y política del PSC. Y de cualquier partido que lo lleve a la práctica, dicho sea de paso. Entre otras cosas, implica que el nuevo primer secretario, Pere Navarro, no pase a ser, automáticamente, como habría sido de no mediar este compromiso de primarias, la alternativa del principal partido de la oposición al actual jefe de Gobierno catalán.

A pesar de ello, sin embargo, la elección como primer secretario capaz de concitar un amplio acuerdo entre las familias del partido sitúa a Navarro en excelentes condiciones para convertirse también en el líder externo de los socialistas catalanes, para erigirse, efectivamente, en la alternativa de izquierdas a Artur Mas. Para ello disponía ayer en la clausura del congreso de una ocasión que ni pintada: la de su presentación en sociedad, la de su salto de la escala local egarense a la esfera catalana en una ocasión solemne. Pero la incógnita acerca de cómo iba a resultar el lanzamiento, la verificación de hasta dónde apuntaban las potencialidades oratorias y mediáticas de Pere Navarro como eventual líder electoral, no se despejó con este primer discurso. Quedó aplazada.

Si el PSC ha acudido al modelo francés al adoptar las elecciones primeras abiertas, se puso en línea con los trabajos del Partido Socialista Europeo para definir el marco ideológico y político global, que es donde se juega de verdad el duelo entre el neoliberalismo imperante y la socialdemocracia. Para el marco español, el PSC mantiene sus posiciones federalistas a la espera de mejores tiempos, pues pocas alegrías cabe esperar con la mayoría absoluta del PP. Y en el ámbito catalán, el congreso socialista recogió de los obiolistas la propuesta estratégica de impulsar una nueva alianza de fuerzas progresistas para levantar la alternativa de izquierdas a las mayorías de derechas que en el último año han conquistado todas las instituciones de gobierno.

Estos contenidos políticos pueden resumirse así: modelo francés para la renovación política y orgánica; modelo europeo para el marco ideológico; pacificación en el ámbito de relaciones con el PSOE, adormeciendo el debate sobre el grupo parlamentario en las Cortes, y, por último, pero no menos importante, apuesta por la recomposición de las izquierdas en el escenario catalán.

La aportación de Navarro a este bagaje colectivo es la de haber logrado sustituir al potente equipo dirigente formado por José Montilla, José Zaragoza y Miquel Iceta sin causar estropicios. Una vez conjurado el peligro, puede parecer fácil, poca cosa. Pero no es así. Es mucho. Lo que empieza ahora, sin embargo, tampoco es fácil.

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