Muchas preguntas, pocas ventas
Getxoarte cierra sus puertas con 9.000 visitantes a lo largo de tres jornadas
Getxoarte 2001, el Salón de las Artes Emergentes con propuestas de medio centenar de artistas, cerró ayer sus puertas después de recibir a cerca de 9.000 visitantes a lo largo de tres jornadas. Fue un lento goteo de público al que se sumaron las visitas de escolares el pasado viernes y a la fiesta inaugural que con la música del último disco del grupo Zodiac, que se alargó hasta la medianoche. Getxoarte tiene, desde su fundación en 2001, vocación de escaparate de artistas debutantes. La mayoría, estudiantes de Bellas Artes o recíen licenciados, encuentran allí la oportunidad de exponer por vez primera su trabajo, en unas condiciones equiparables a las del circuito profesional y con audiencia garantizada.
Medio centenar de artistas jóvenes participaron en el salón
Betitxe Saitua (Sopelana, 1986) consiguió en Getxoarte un hito en su corta trayectoria de artista: vendió una obra por primera vez en su vida. Estaba feliz por haber conseguido un comprador para uno de sus retratos formados por trazos de vivos colores. Pagó por él 350 euros que irán destinados a adquirir material, aseguró, para seguir pintando. No es una feria, pero entre muchos interesados en las obras expuestas apareció algún comprador. La pintura de formato mediano encontró más salida, que otras propuestas más difíciles de encajar en colecciones modestas, como las instalaciones o el vídeo.
Entre los artistas más afortunados estaba la pintora Maite Piñero (Düsseldorf, 1978), que vendió tres de sus lienzos, obras en las que se identifican edificios de Bilbao. Por el cuadro que plasmó la arquitectura de las torres de Isozaki, en Abandoibarra, consiguió 900 euros. Fue su récord. "Estoy contenta, más que agradecida", decía a los amigos que le felicitaban.
El descanso dominical favoreció que los jóvenes artistas estuvieran arropados por sus familiares y amigos. El stand de Inés Bermejo había adquirido ayer un toque hippie, con el fuerte olor a incienso que decidió quemar su madre. A la pintora Andrea Abalia (Bilbao, 1984) le acompañó su abuela. Su apoyo también fue material: prestó a su nieta durante tres días los muebles y la alfombra que acompañaban a la instalación de las pinturas. Sus obras tuvieron una buena acogida, y suscitaron muchas preguntas, pero no logró colocar ninguna de ellas. "No es obra fácil de vender", asumía sin problemas su autora. Ana Aldama (Bilbao, 1987) tuvo por azar el mejor espacio de la feria. Su stand estaba frente a la entrada al recinto, casi recibía a los visitantes nada más cruzar la puerta de acceso. Se conformó sólo con que los visitantes miraran su obra. "No espero otra cosa que el interés de la gente", aseguró. Un retrato de niño sobre un palé recuperado que exponía en Getxoarte ya habían encontrado comprador por 600 euros antes de abrirse la feria.
Los visitantes pudieron votar para elegir la mejor obra del salón. Al cierre resultó ganador un collage de tela de Verónica Domingo (Bilbao, 1989).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.