Intercambio de papeles
A la espera del clásico del día 10, el Madrid se viste del Barça y los azulgrana se sitúan en el puesto de los blancos por la debilidad de los de Guardiola en campo contrario
El Barcelona perdió su primer partido de la Liga en Getafe, derrota sorprendente si se tiene en cuenta que estaba invicto desde el 30 de abril, 27 encuentros en total, cuando cayó en San Sebastián. El marcador no debería comprometer, por tanto, una trayectoria que contempla indicadores futbolísticos favorables respecto a temporadas anteriores, como el de la posesión del balón, la frecuencia de los pases o el factor campo: 30 goles a favor por ninguno en contra en el Camp Nou.
La clasificación asegura, sin embargo, que el Barça está a seis puntos del Madrid, ganador de los últimos 13 encuentros, y que ha protagonizado el peor inicio desde la llegada de Guardiola. Los azulgrana han descontado puntos en partidos en los que el curso pasado penalizaron los blancos y ya han cedido 11, la mitad de los que dejaron de ganar estos en toda la temporada anterior. Así, se podría convenir que, ante el clásico del 10 de diciembre en el Bernabéu, el Madrid ha mejorado el doble que el Barça.
A los barcelonistas les pesa su mala estadística como visitantes después de que en el ejercicio precedente encadenaran hasta 10 victorias. Han perdido la mitad de los puntos (9 de 18) y solo suman dos triunfos mínimos (Gijón y Granada) y ocho goles. Extraña igualmente que el sábado se quedaran a cero tras marcar en 43 salidas consecutivas. Los peores resultados han sido curiosamente en los partidos de la Liga posteriores a los de la Champions, torneo en el que sus guarismos son por ahora excelentes.
A diferencia de Europa, al Barça le marcan mejor en la Liga: le dejan las bandas, le cierran los pasillos interiores, estrechan el campo y, para resolver, confían en la estrategia y la suerte, que puede expresarse en las decisiones arbitrales, los postes o la falta de puntería de los azulgrana. Y a veces ocurre que el ataque estático no funciona, falta velocidad y pegada y la retórica puede a la concreción. Imposible recurrir al arrebato.
Al Barça le vence en determinados partidos una cierta monotonía o previsibilidad por su dependencia futbolística de Messi. Los números de La Pulga son tan generosos (25 goles en 21 partidos, 15 en la Liga) como rácanos resultan los de Villa (4 en la Liga y 3 en la Champions) y Alexis (1 en la Liga). Han sido sobre todo los de Cesc (5) y Xavi (4) los que han sacado de muchos apuros al equipo, sobre todo fuera, donde Messi solo ha batido a Iraizoz (Athletic).
Las disfunciones ofensivas se agravan cuando faltan Iniesta y Cesc, como en Getafe, porque son dos jugadores que generan situaciones de desequilibrio y se asocian bien con Messi, el único que no participa de la política de rotaciones, favorecida por la cantidad de partidos, las lesiones y la mayor amplitud de la plantilla. Más que fatigado, el equipo parece estresado, cansado mentalmente, o presa de la rutina. Ha perseverado siempre en su modo de entender el fútbol y renunciado por sistema a un plan B o alternativo para partidos como el del sábado.
No le ha ido mal porque siempre llegó al clásico en situación de ventaja: la victoria ratificaba su jerarquía. Ahora afronta un escenario desconocido: tiene que remontar, algo que, acostumbrado a llevar la iniciativa, no se le da bien. Al Barça le toca interpretar el papel del Madrid mientras que los blancos se visten de azulgrana. No hubo mejor perseguidor que el Madrid ni mejor líder que el Barça. Habrá que ver cómo responden los dos grandes con los papeles cambiados.
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