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Un plan B para la eurozona

Para abrir una vía de salida de la crisis, Europa debe recuperar la confianza en sí misma. Su manera de expresar la solidaridad de forma concreta son los eurobonos. Así se lo han dicho los sabios económicos alemanes a la canciller Merkel y así lo ha planteado, por fin, la Comisión Europea. Apostar por el valor de la política es arriesgado, pero tiene la ventaja de no dejarlo todo en manos de los mercados o de las agencias de calificación para poner en marcha un New Deal que sirva para la recuperación de la economía.

Proponemos avanzar sobre dos vías paralelas: estabilización con bonos de la Unión y recuperación con eurobonos. Contamos con dos precedentes en Europa: la creación del euro a través de una cooperación reforzada y la experiencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que no ha necesitado rescates ni garantías soberanas ni transferencias fiscales ni aseguramientos durante medio siglo.

Proponemos dos vías paralelas: estabilización con bonos y recuperación con eurobonos

Roosevelt, tras la crisis del 29, ni asumió la deuda de los Estados miembros de EE UU ni requirió que garantizaran los bonos del Tesoro americano ni solicitó transferencias fiscales.

La Unión Europea no tiene prácticamente deudas frente a las que padecen algunos de sus Estados miembros. Incluso, tras los rescates y las operaciones de salvamento bancario, su deuda es menor que el 2% de su PIB. Es menos de un quinto del endeudamiento de Estados Unidos cuando la Administración de Roosevelt inició la operación de captar ahorro para invertir a través de la emisión de bonos del Tesoro.

La propuesta de bonos de la Unión-eurobonos que defendemos conjuntamente con Giuliano Amato, Guy Verhofstadt, Mario Soares, Michel Rocard y otros evitaría estos escollos.

Estabilizar con bonos de la Unión. La conversión de una parte de la deuda nacional en deuda de la Unión se podría iniciar a través de una cooperación reforzada entre Estados miembros -así empezaron tanto el euro como Schengen-. Para ello no sería necesario que todos los Estados del Eurogrupo dieran el paso a la vez, bastaría con nueve de los 27 Estados. Alemania, Holanda, Austria o Finlandia podrían mantener de momento su propia deuda.

La parte de la deuda nacional convertida en bonos de la Unión se ingresaría en una cuenta bloqueada en el Banco Central Europeo o en el Fondo Europeo de Estabilidad en vez de emitirla al mercado. Con ello, los Gobiernos podrían actuar al abrigo de los mercados y las agencias de calificación. Su vencimiento escalonado permitiría su renovación con un tipo de interés fijado por el Eurogrupo y la cuota de cada país sería pagada por su Tesoro. De este modo, se evitaría tener que recurrir a crear una nueva institución. En términos de solvencia y abaratamiento del coste de la deuda, las ventajas serían evidentes.

De momento, la propuesta considerada por el Ecofin es la creación del bono azul ideado por Jakob von Weizsäcker y Jacques Delpla del Instituto Breugel consistente en mancomunar solidariamente la deuda hasta el 60% del PIB de cada país (criterio del Tratado de Maastricht) mientras que el bono rojo sería el que cada socio emitiera por su cuenta y riesgo por encima de ese límite. La propuesta tiene varias limitaciones que dificultan su aceptación, especialmente en el caso de Alemania, ya que exige crear una nueva institución con responsabilidad solidaria y podría implicar transferencias fiscales, lo cual exigiría ratificación por los Parlamentos nacionales.

Recuperar con eurobonos. Las emisiones netas de eurobonos podrían lanzarse al mercado y atraer fondos excedentarios de bancos centrales de economías emergentes y fondos soberanos.

Su diseño inicial se hizo en el Libro Blanco de Delors de diciembre de 1993 con la creación del Fondo Europeo de Inversiones. Ante la oposición de Francia y Alemania se redujo su papel a un fondo de garantías para pymes integrado en el grupo del BEI, con volumen de operaciones que duplica el del Banco Mundial.

Se podría aprovechar la credibilidad y experiencia del BEI para proceder a desarrollar el Fondo Europeo de Inversiones como un fondo de capital riesgo para las pymes con criterios de cohesión y convergencia dirigido fundamentalmente al lanzamiento de iniciativas en los sectores definidos en la estrategia 2020 (Europa digital, infraestructuras de transporte y comunicaciones, educación, tecnología verde, energía, investigación, desarrollo e innovación, salud).

En el marco del G-20, los eurobonos consolidarían el papel global de moneda reserva del euro, demandado por las potencias emergentes, y contribuirían al crecimiento de la economía mundial. La economía europea representa un tercio de la mundial con una balanza exterior equilibrada, sus problemas son de asimetrías y desconfianzas internas.

La decisión de emitir eurobonos en estas condiciones sería competencia del Consejo de Gobernadores del Banco Europeo de Inversiones, cuyos miembros son precisamente los miembros del Ecofin, es decir, los 27 ministros de Economía y Finanzas.

En este caso, no haría falta ni reformar los Tratados ni seguir con la montaña rusa de cumbres al borde del ataque de nervios y se podría ofrecer algo a los jóvenes para que construyan una Unión Europea con futuro.

Stuart Holland fue diputado británico y catedrático de la Universidad de Coimbra y Enrique Barón Crespo, presidente del Parlamento Europeo.

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