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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otra ruina bancaria

La quiebra del Banco de Valencia reabre la crisis financiera y demanda responsabilidades políticas

La intervención del Banco de Valencia, una entidad asfixiada por activos inmobiliarios tóxicos, es otra demostración de los daños que produce en el sistema financiero su politización masiva. El presidente del Banco, José Luis Olivas, es un político procedente de los tiempos dorados del boom inmobiliario en la Comunidad Valenciana, cuando se tomaron desastrosas decisiones estratégicas para las entidades bancarias, tales como implicarlas masivamente en la financiación inmobiliaria. El resultado, que nadie parece asumir, ha sido la práctica desaparición de la banca valenciana: la CAM intervenida, Bancaja absorbida por la integración en Bankia y el Banco de Valencia ingresado de urgencia en el FROB con una inyección de ayudas previstas de 3.000 millones.

El caso del Banco de Valencia suscita, como en situaciones anteriores, algunas preguntas incómodas. La primera y más importante es si, además de la intervención del FROB, sería conveniente investigar si hay responsabilidades políticas en las quiebras de una parte del mercado financiero. Sin entrar en detalles jurídicos y económicos (para conocerlos sería deseable esa investigación), parece que en la Comunidad Valenciana, como en otras autonomías, aunque en este caso en mayor medida, la intervención incontrolada de los cargos políticos en las entidades financieras está estrechamente relacionada con la cadena de quiebras. Conviene recordar que el presidente del Banco de Valencia y también de Bancaja fue concejal de Hacienda del Ayuntamiento valenciano con Rita Barberá, secretario general del PP valenciano, consejero de Hacienda con Eduardo Zaplana y luego, brevemente, presidente de la Generalitat. La connivencia entre políticos y gestores financieros, con personas y cargos intercambiados e intercambiables, ha sido decisiva en la ruina de Valencia.

Pero el Banco de España también tiene que explicarse. La autoridad bancaria conocía la delicada situación de la entidad, a pesar de lo cual la intervención se ha demorado más allá de lo razonable. Da la impresión, además, de que el Banco de España actúa a instancias de parte, porque Bankia (el Banco de Valencia estaba controlado por el Banco Financiero y de Ahorros, matriz de Bankia) ha decidido que no cargará más con la entidad. La reestructuración bancaria, que el Banco de España había dado por concluida con la intervención de la CAM, se abre de nuevo en un momento delicado para la solvencia española.

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