A los pies del Partido Popular

Los dirigentes de CiU han logrado su objetivo político de sobrepasar por primera vez a los socialistas en Cataluña en unas elecciones generales. Era más que una legítima ilusión. Querían marcar un hito histórico, pues hasta ayer los socialistas habían ganado todas las elecciones generales en Cataluña. Pero era más que eso. Era una imperiosa necesidad política. Su presidente, Artur Mas, lo dejó bien claro en el último mitin de la campaña. Cuando después del 20-N llegue la hora de ponerse en contacto con el futuro presidente español, dijo, cabe suponer que pensando ya en Mariano Rajoy como jefe de Gobierno, "necesitamos tener la autoridad moral de haber ganado por primera vez unas elecciones generales en este país". Era una necesidad para aflojar el dogal que para CiU representa la dependencia respecto al PP en el Parlament y en el Ayuntamiento de Barcelona.

La victoria de las derechas en estas elecciones tiene una contrapartida bastante amarga para CiU. Ha llegado con una holgada mayoría absoluta del PP. Sobre ella se asentará un Gobierno de España para el que los diputados de CiU, por histórica que sea su victoria en Cataluña, valen poco más o menos que cualquiera de los obtenidos por los demás grupos parlamentarios que quedarán en la oposición. No sirven para formar mayoría, no sirven para actuar como bisagra. Y tampoco sirven para contrarrestar la presión de los diputados del PP en el Parlament sobre el minoritario Gobierno de la Generalitat que preside Artur Mas.

Ante CiU se abre, pues, una etapa en la que el PP se hallará en condiciones de exigirle en Cataluña todo cuanto considere oportuno sin contrapartida alguna en Madrid. Es un escenario nuevo para CiU. Cuando el PSOE de Felipe González gobernaba con mayoría absoluta, el Gobierno de Jordi Pujol no dependía del PSC en el Parlament. Ahora es distinto. Ahora no es solo que CiU esté en manos del PP: es que ha quedado a sus pies.