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El fin de una era en Italia

"Empieza la tercera república"

Se fueron concentrando alrededor de todas las sedes del poder en una gran fiesta, una fiesta de liberación. Una fiesta para volver a apropiarse de los lugares donde se cuece la política. Ciudadanos de a pie, familias, grupos de amigos, romanos e italianos de visita, esperaban con la mirada puesta en la fachada del Congreso de los Diputados. No había banderas en la plaza de Montecitorio. Pero cuando un conserje se asomó al balcón para izar la tricolor italiana, explotó un aplauso que tiene el sabor del rescate. "Es nuestro símbolo, ¡a ver si volvemos a estar orgullosos de él!", grita una señora teñida de rubio con las manos llenas de anillos. Dentro del palacio iluminado y rosado, el Ejecutivo aprueba su última ley.

"Estoy aquí para esperar la fumata blanca", cuenta Aurora Pace, de 31 años, abogada. "Toda mi vida electoral fue marcada por la presencia de Berlusconi, por su idea torcida de la democracia. Fue una cruz. Ahora espero aquí, no me voy a mover hasta que no estén confirmadas las dimisiones. No consigo celebrarlo aún". "El problema", añade una amiga un poco mayor, "es que cuando se vaya él se queda su entramado de poder y corrupción. Tenemos que arremangarnos y renovarlo todo... A partir de mañana se abre nueva fase. La tercera República italiana". Los ojos se le vuelven brillantes. Ante el palacio Quirinal, sede de la presidencia, un gran cartel grita: "¡Por fin!". Una orquesta callejera entona un Aleluya.

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