Consolidación y crecimiento
Los países de la UE con mayores déficits se han centrado en reducirlo. La idea es mandar un mensaje de solvencia a los mercados financieros en la esperanza de que reaccionen reduciendo las primas de riesgo y comprando deuda a tipos razonables. No ha sido así y la lista de países con coste de intereses creciente es cada vez más larga. Esto no es extraño. Lo irracional era esperar que unos mercados de capitales que son notoriamente imperfectos, que han evaluado mal todos los riesgos pasados (igual que las agencias de rating, el BCE y la Comisión) y que están en una vorágine especulativa evalúen bien las consolidaciones y reaccionen prestando a tipos bajos. Los problemas de la deuda en la UE solo se resolverán cuando se deje de creer en la eficiencia de los mercados financieros y se actúe directamente contra la especulación mediante una acción global y cooperativa (bonos europeos o compra por el BCE de tanta deuda como sea necesaria, estableciendo condiciones a los países beneficiarios). Tanta no cooperación puede acabar llevando a que todos los países acaben perdiendo.
En la mayoría de los países, incluida España, la consolidación se ha hecho, sobre todo, reduciendo los gastos. Esto, además de hacer recaer el coste de la consolidación en los menos favorecidos, ha creado un efecto contractivo que ha ralentizado la recuperación de las economías. La decisión del BCE de aumentar los tipos cuando algunas economías estaban aún muy débiles tampoco ayudó.
El énfasis consolidador ha implicado que países como España que necesitarían una política expansiva no puedan aplicarla por temor a una reacción negativa de los mercados a una relajación unilateral de la consolidación. Ante esto, España debería proponer en la UE que los países con menos crecimiento puedan ampliar en uno o dos años el periodo para la consolidación. España también debería cambiar su senda dando más peso al aumento de impuestos y menos a la reducción del gasto. Esto sería menos contractivo que la reducción del gasto y repartiría el coste de la consolidación de forma más justa. Los ingresos se pueden lograr depurando las bonificaciones en el IRPF y sociedades, creando un recargo temporal sobre beneficios distribuidos por las empresas, gravando las transacciones financieras especulativas, revisando los bienes que tienen tipos reducidos en el IVA y, si es necesario, aumentando algunos tipos. Se debe además priorizar la lucha contra el fraude.
Ampliar el periodo de consolidación o subir impuestos es esencial para España. La alternativa son recortes drásticos del gasto superiores a los de un plan de convergencia que es poco creíble.
Ignacio Zubiri es catedrático de Hacienda Pública de la Universidad del País Vasco.
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