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El hundimiento del proyecto europeo

¿Referéndum en Portugal? No, gracias

El país lucha para mostrar seriedad y huir de la comparación con Grecia - Ningún partido apoya una consulta popular

Antonio Jiménez Barca

El jueves pasado, un día después de que Yorgos Papandreu anunciara su explosivo referéndum en Grecia, la noticia más ojeada de la edición digital del periódico portugués Jornal de Negocios fue una titulada sintomáticamente: Es mejor para Grecia salir? Y después, ¿vamos nosotros? Los portugueses se sienten como una ficha de dominó colocada detrás de Grecia y asisten con una mezcla de estupefacción y temor a la crisis política del país helénico y a sus coqueteos con el abandono de Europa.

Tal vez por eso, es una obsesión de todo el país -que claudicó financieramente este año y pidió en mayo un rescate por 78.000 millones- intentar separarse cuanto antes y lo más posible del caos griego a fin de que Europa deje de mirarle con sospechas. El primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, que anunció hace semanas, entre otras medidas para conjurar el déficit, que los funcionarios y los pensionistas se quedarán el año que viene sin pagas extras, fue claro el mismo jueves a la hora de comentar el órdago de Papandreu a la Unión Europea: "Espero que Portugal se aplique a demostrar a la Unión Europea y al mundo, incluso ahora con más determinación si cabe, que no va a seguir ese ejemplo. No queremos ser confundidos con lo que está ocurriendo en Grecia, y eso depende enteramente de nosotros".

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Nadie, ni a derecha ni a izquierda, ni siquiera en las primeras horas del anuncio de Papandreu, se ha atrevido en Portugal a insinuar la conveniencia de un referéndum parecido al de Grecia. El Partido Comunista portugués y el Bloco de Esquerda, contrarios a los recortes y a los ajustes, han respondido que no constituye ninguna prioridad portuguesa una consulta popular de ese estilo. Prefieren recordar, como arma de lucha, la huelga general convocada por los dos principales sindicatos para el 24 de noviembre a fin de protestar contra la política económica del Gobierno reflejada en el presupuesto de 2012, que comenzará la próxima semana a discutirse en el Parlamento.

Tampoco el Partido Socialista portugués, la principal fuerza de oposición del país, pide un referéndum parecido. Es más: el secretario general del PS, José António Seguro, es partidario de que su partido se abstenga a la hora de votar el citado presupuesto. A pesar de las voces que desde su propio partido le impelían a votar en contra, Seguro prefiere abstenerse, según ha explicado, para reforzar la credibilidad del país. "No haré a Portugal aquello que el líder de la oposición griega hace en Grecia", añade el líder socialista portugués.

Nadie en Portugal -un país acostumbrado a verse lejos de los lugares en donde se toman las decisiones planetarias- quiere salir del euro, ni de Europa. Sin embargo, hay quien piensa que toda esta aplicación por apartarse del díscolo alumno griego no va a servir ni siquiera para aguantar dentro de la clase. "Mucho nos tememos que los países del norte, que no nos quieren, si deciden al final echar a Grecia, nos echen también a nosotros de paso: a los irlandeses, que también han sido rescatados, no los echarán, porque hablan inglés, y España e Italia son potencias ineludibles. Pero nosotros estamos en una esquina, como Grecia", opina Manuel Ennes Fereira, profesor de Economía del Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG) de la Universidad de Lisboa.

El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho.YVES HERMAN (REUTERS)

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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