El cuadrado y el rombo
La teoría de que la política del paisito, a pesar de su inveterada ensalada de siglas, forma un cuadrado esencial va a tener una expresión clara en las próximas elecciones generales. El mapa político tiende a la simplificación y el cuadrado sociológico ofrecerá muy pronto una proyección leal en el sistema de partidos. Según esa teoría, la política vasca se articula en función de dos criterios: uno es la división izquierda-derecha, otro la división nacionalismo vasco-nacionalismo español.
La terminología, como siempre, es discutible. Y, de hecho, es discutida. La conciencia colectiva permite asumir con soltura la condición de izquierdista, mientras que es difícil encontrar gente que se denomine de derecha. Algo parecido ocurre con la adscripción nacional: los nacionalistas vascos hacen profesión de fe, incluso cuando nadie se la pide, mientras que denominarse nacionalista español despierta resistencias (Es más, me temo que sólo por anotar semejante criterio me estoy ganando algún impertinente contrapunto, de esos que se publican a veces, en una sección imposible de este periódico). Pero al margen de pudores o impudores, la terminología (izquierda o derecha, y nacionalismo vasco o español) resulta inteligible. El cruce de ambos criterios determina la existencia de cuatro cuadrantes, cada uno de los cuales, por primera vez, tendrá un único inquilino: Partido Popular, Partido Nacionalista Vasco, Partido Socialista de Euskadi y Amaiur.
No obstante, la teoría del cuadrado no resulta del todo fiel a la realidad. En términos ideológicos, el PP se halla a la derecha del PNV. En términos nacionales, el PP se inflama mucho más que el PSE. Al otro lado, no hay duda de que Amaiur se sitúa a la izquierda del PSE, del mismo modo que su nacionalismo es más radical que el del PNV. La explicación del espacio que ocupa Amaiur no requiere esfuerzo añadido: la sangre de más de ochocientas personas certifica que el sustrato ideológico de una porción del pueblo vasco se posiciona a la izquierda del socialismo democrático: extrema izquierda y ultranacionalista.
En definitiva, el presunto cuadrado que ilustra la política vasca debe girar hasta componer otra figura. Porque realmente no es un cuadrado: es un rombo. El socialismo democrático y el nacionalismo institucional ocupan los dos cuadrantes centrales, mientras que, tanto a efectos ideológicos como nacionales, el PP y Amaiur se sitúan en los extremos de la imagen.
En Cataluña, las dos fuerzas centrales compiten entre sí porque las formaciones de los extremos son menores. Pero entre nosotros las cosas siempre son distintas: aquí, ser extremista siempre ha tenido gran predicamento. En las próximas elecciones, los dos cuadrantes extremos del rombo van a salir reforzados. Y eso nos va a obligar a repensar aspectos de la política vasca que parecían, hasta ayer, inamovibles.
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