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Alemania enfría los ánimos sobre los resultados de la cumbre europea

Los mercados reaccionan a la baja ante el pesimismo de Merkel y Schäuble

La canciller Angela Merkel advirtió ayer de que la cumbre europea del próximo domingo en Bruselas no solucionará de una vez por todas la crisis de deuda. A través de su portavoz, Steffen Seibert, la jefa del Gobierno alemán alertó de que no se cumplirán "los sueños" de quienes esperan que queden definitivamente atrás las turbulencias financieras y económicas de los últimos años. Según explicó Seibert, el Gobierno alemán cree que la crisis seguirá afectando a la Unión Europea durante 2012. El portavoz no entró en detalles sobre las posibles decisiones que se tomarán este fin de semana. Los Veintisiete tratarán en Bruselas "importantes pasos para un camino largo", dijo en Berlín.

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El también democristiano ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble (CDU), se había adelantado a su jefa en Düsseldorf. Schäuble llamó a la prudencia durante una conferencia con asesores fiscales, donde propuso "encontrar una solución duradera para Grecia", que "no será posible sin una quita de su deuda", añadió el ministro, que advirtió a los países que piden ayuda solidaria a largo plazo que tendrán que aceptar "limitaciones en su soberanía". Estas medidas van destinadas a "calmar el exacerbado nerviosismo" de los mercados. La intención de Schäuble es "evitar contagios en el sector financiero". Pero fue claro en una cosa: no espera "que se alcancen soluciones permanentes" este mismo domingo. La canciller Merkel había repetido anteriormente que la crisis en curso "tardará años en solucionarse".

Uno de los asuntos clave que se tratarán el domingo es la estabilización de los bancos europeos ante de un impago griego en ciernes. El ministro de Hacienda considera que un paso para calmar los mercados sería el aumento -del 5% al 9%- de la cuota de capital propio que se exigirá a los bancos en las próximas pruebas de resistencia. Schäuble cree que este cambio se pactará en la reunión del domingo. Las últimas pruebas se llevaron a cabo el pasado mes de julio con 91 bancos de la eurozona. Los resultados ofrecieron una imagen de estabilidad que no se ha confirmado en los meses siguientes. Con la subida de la cuota exigible de capital propio, Schäuble pretende blindar al sector de nuevas turbulencias y detecta "buenas posibilidades" para que se solucionen los problemas.

Las declaraciones combinadas de Merkel y Schäuble fueron un correctivo para el optimismo que había reinado por la mañana en los mercados. La prima de riesgo de la deuda española respecto a los bonos alemanes a 10 años superó los 320 puntos, 16 más que el día anterior. Las palabras de los dirigentes alemanes también hundieron las Bolsas europeas: el DAX de Fráncfort cayó un 1,8% y el Ibex madrileño se dejó el 1,24%.

Merkel recibió en Berlín el pasado 9 de octubre al presidente francés, Nicolas Sarkozy, con el que ofreció una desconcertante rueda de prensa. Prometieron un "paquete integral" contra la crisis con "reformas de calado" en los tratados europeos, pero no dieron mayores detalles. Solo añadieron que presentaría el acuerdo antes de fin de mes. Esta semana es crucial para concretar los avances europeos en la busca de una solución, para la que el acuerdo entre las dos primeras economías del euro, Francia y Alemania, será decisivo.

Cuando ya se da por inevitable una insolvencia (llámese quita o reestructuración de la deuda) griega, aún se negocia la carga que asumirán los bancos privados. Se les pide que carguen con más del 21% que aceptaron este verano. Para ello, Berlín propone inyectarles fondos para inmunizarlos de las turbulencias que acarreará la quiebra griega.

El Gobierno alemán se dijo ayer "abierto al debate internacional" sobre una posible división de los negocios bancarios. Supondría la separación de la banca de inversión de las otras actividades financieras, como la gestión de ahorros de los clientes. El objetivo sería reducir el impacto de los negocios más arriesgados de la banca sobre la llamada "economía real".

El ministro Wolfgang Schäuble, en la conferencia que pronunció ayer en Londres.
El ministro Wolfgang Schäuble, en la conferencia que pronunció ayer en Londres.ADRIAN DENNIS (AFP)

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