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Debate sobre la izquierda vasca

La violencia impide el roce entre las izquierdas

Pregunta. Cuando se llega a las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, se definen dos estrategias bien marcadas en la izquierda política vasca: una rupturista y otra reformista. En esos momentos, ¿qué les separa?

Francisco Letamendia. A la muerte de Franco se abren dos alternativas distintas. En España, en el Estado español, la opción de ruptura es irrelevante, en cambio en Euskadi por la continuidad de ETA, es diferente. Se acepta la reforma por parte del PC y del PS, y no por parte de la llamada izquierda abertzale que tiene un planteamiento de ruptura.

Roberto Lertxundi. Lo cierto es que antes de 1975 tampoco hubo movimientos políticos unitarios de las dos corrientes de la izquierda vasca. Hubo un solo comunicado que firman ETA y el PC en el año 1970 con ocasión del Juicio de Burgos, pero fue un hecho muy puntual. A partir de entonces y dentro de la izquierda abertzale se rompe una corriente importante. Manifiesta también, que en ese movimiento no había una estrategia definida, ni un planteamiento claro de objetivos, sino, simplemente, era una resistencia pura y dura, de ¿a ver qué pasa? Eso hizo muy difícil la discusión política.

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P. ¿Pero cuando surge el profundo enfrentamiento y la ruptura entre las dos izquierdas?

R. L. Cuando después de la amnistía del 78, (durante 15 días no hubo ningún preso etarra en la cárcel) se reanuda el movimiento militar armado terrorista de ETA. Esperábamos que aquello se hubiese terminado, y que se optaría por la vía política. Cuando vuelve la actividad etarra, se cortan todos los cables porque ya están yendo contra la democracia, y contra los partidos políticos.

F. L. Ese discurso abertzale de entonces, que yo no comparto, se produce porque la mayoría de los partidos políticos no han dejado ninguna salida pacífica hacía objetivos finalmente nacionalistas, como son la autodeterminación, o la incorporación de Navarra a Euskadi.

P. ¿Hasta qué punto la llamada izquierda constitucionalista y la izquierda abertzale han sido por un lado víctimas y por otro, rehenes de ETA?

R. L. A largo plazo y para la izquierda el balance de ETA ha sido negativo. Es decir, que ETA no ha supuesto ningún salto adelante para la izquierda en Euskadi, sea de una corriente u otra, y más bien se convierte en un elemento perturbador. No sé qué hubiera pasado con la izquierda vasca si ETA no hubiera estado pretendiendo dirigir el proceso e interviniendo permanentemente. Pero el hecho de que la acción terrorista vaya creciendo, y que hace que toda la política gire en torno a ella, ha sido un desastre para la izquierda vasca.

F. L. Es lo negativo de la existencia de ETA. De hecho, en este momento se está corrigiendo, porque la izquierda abertzale se ha dado cuenta de que con ETA no va a llegar a adentrarse por un campo que en definitiva es suyo. Que incluso puede ser mayoritario en este país, dado que el nacionalismo vasco puede ser hegemónico respecto del no nacionalismo, y que hasta ahora el centroderecha ha sido mayoritario por el efecto de la lucha armada. Ahora, para gente como yo que llevamos treinta años hablando en contra de la violencia, hay una cosa evidente y es que sin ETA no existiría la izquierda abertzale. Finalmente, la izquierda abertzale ha planteado una serie de actitudes resistentes y contrarias. Una serie de evoluciones de izquierda que han llevado a ETA a la práctica inanición en este momento.

R. L. Que sin ETA ni hubiera existido la izquierda abertzale eso es muy discutible. Han podido existir Euskadiko Ezkerra, y Herri Batasuna en cualquiera de sus formulaciones. En mi opinión ETA es un gran obstáculo para la izquierda abertzale, y en este momento todavía lo es.

F. L. Estamos hablando de una postura en el que todo el mundo está de acuerdo; la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi y yo...

P. ¿Por qué han tardado tanto y no se da el paso definitivo pidiendo a ETA que lo deje?

F. L. Lo que ocurre es que cuando ETA está funcionando a tope, se producen una serie de vulneraciones de derechos tipificados en el código penal, eso por una parte. Por otra, el discurso de la izquierda no abertzale es un discurso muy inocente, porque ha habido violencias que son perfectamente equiparables a las de ETA. Igual no cuantitativamente pero cualitativamente son todavía más censurables, como por ejemplo, esa guerra sucia que nunca se ha reconocido como tal. Que se ha prevalido siempre de la impunidad que proporciona el ser representante del Estado para hacer de su capa un sayo. Luego se han seguido manteniendo comportamientos antidemocráticos y delictivos como la tortura, que han afectado a mucha gente.

R. L. Todo eso hay que comprobarlo y explicarlo. Niego la mayor porque hace falta probarlo. ¿Hasta dónde es cierto, y hasta donde es propaganda?

F. L. El tema es de cómo se ve la violencia de un lado y otro. En este momento la gente ha echado cohetes al cielo cuando en el problema de ETA parece que se está a punto de pasar página. Ahora, nos metemos en un tema del relato, en donde de nuevo las posiciones de las dos izquierdas van a estar divididas, porque los que dicen que la violencia está de un lado...

R. L. No, no es la violencia en un lado, sino que es la eliminación física del adversario político, ¡cuidado!. No es solamente un lado. Ha sido selectiva en algunos momentos desde las alcantarillas del Estado, de acuerdo. Pero como estrategia eso empieza en el año 1978, -y nunca se formulará por escrito evidentemente-, hasta que llega Oldartzen y la socialización del sufrimiento, como se dijo, con la posibilidad de que en política eliminar al adversario sea un elemento del que te sientas satisfecho...

F. L. No, no, eso es una barbaridad.

R. L. Pero eso es la base de la formulación etarra. ETA, vuelvo a insistir, ha sido el obstáculo para el desarrollo de la izquierda abertzale, pero también para la izquierda posibilista y democrática, que desgraciadamente ha sufrido numerosas víctimas.

P. En ETA los que han querido hacer política desde dentro siempre han perdido. O han sido expulsados, han quedado en minoría o han desaparecido. Es una falta de política, porque no ha habido grupos capaces de crear una estrategia dinámica y una fuerza interior suficiente en la izquierda abertzale.

R. L. Hombre! es evidente, ETA no desaparece porque quiere hacer política. Desaparece porque está maniatada, porque no tiene campo operativo, ¡joder! Porque está acabada.

F. L. No desaparece por algunas razones que son evidentes. En este momento se puede afirmar tranquilamente que la legislación del Estado español es de las más crueles del mundo occidental con los presos.

P. En el mundo occidental no tiene un grupo terrorista como ETA, aunque una cosa no justifique la otra.

F. L. Hay un tipo de funcionamiento del Estado de derecho, del Estado español que consiste en lo siguiente: estoy hablando cuando se producían atentados, o estoy hablando de cuando el justiciable es una persona como De Juana Chaos. Entonces, lo que produce es una especie de modificación del derecho cada vez más cruel, y el Estado actúa con más ensañamiento, que hace que la situación penitenciaria sea muy dura con los presos y sus familiares. El sentimiento antirepresivo sigue siendo muy poderoso.

R. L. ¿Cree que eso justifica que se mantenga ETA?

F. L. Por supuesto que lo mantiene, pero eso no lo justifica. Es un elemento que lo mantiene, como lo hace el nacionalismo español que es muy terrible y de dar de comer aparte. Ahora bien, yo no estoy dando elementos que justifiquen la existencia de ETA, porque yo no la justifico y no lo he justificado hace ya mucho tiempo, sino que estoy dando mi explicación de por qué se ha mantenido ETA.

R. L. El único paso valorable en política que hace el movimiento abertzale proetarra con el PNV, es Lizarra. Es intentar una agrupación de fuerzas soberanistas en las cuales son "ajusticiables" los miembros del PSE y del PP y que se pone en marcha. A partir de ese momento empieza la caza de concejales con una justificación política. Es el único paso político de fondo que se da en estos treinta años. Hasta entonces hay una ausencia de política. Yo he estado con los milis, una vez varias horas, y es cuando me secuestraron en 1981, y aquel comando no tenía ni puñetera idea de nada. ¿Te acuerdas de cuando éramos jóvenes? Nos pasábamos la vida estudiando, estudiábamos como locos, sabíamos la hostia de marxismo. Estos no sabían hacer la o con un canuto. Es increíble, y era el año 81, no antes de ayer. Es decir, ETA no ha hecho nunca política, y lo que ha estado en torno a ETA, tampoco.

F. L. No comparto lo que dice Roberto, el Pacto de Lizarra intentó ser una repetición de lo que en ese momento estaba ocurriendo en Irlanda del Norte con el acuerdo de Stormont. La gente hubiera dado un riñón y la mitad del otro por conseguir que el PP y el PSOE estuvieran allí en el Pacto de Lizarra.

P. Bien pero, ¿cómo llega gran parte de la izquierda abertzale en este momento a convencerse de que hay que hacer política y de que no sirve ETA?

F. L. Por todas esas razones que he citado y un cambio de cultura política en el sentido de respetar la vida como valor...

P. ¿Y podemos creer en ello? ¿Y usted lo cree?

F. L. Absolutamente.

R. L. Creo que hay que demostrarlo. La democracia es aprendizaje, y cuando ha habido manifestaciones como la de Elorrio contra un concejal del PP al que insultan y le pintan dianas en la pared, quiere decir que todavía hay muchas cosas que tienen que cambiar en el proceso de comportamientos, y avanzar, no solo cuando no haya violencia, sino cuando se respete al adversario.

Roberto Lertxundi (izquierda) y Francisco Letamendia en La Galea.
Roberto Lertxundi (izquierda) y Francisco Letamendia en La Galea.TXETXU BERRUEZO

Paco Letamendia

Nacido el 5 de febrero de 1944, Paco Letamendia es licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, doctor en Historia Social por la Universidad París 8, y profesor titular de Ciencia Política en la UPV. Fue diputado de la izquierda vasca en las Cortes, en las legislaturas 1977-1979 y 1980-1982. Sus campos de investigación son la historia y los nacionalismos comparados, la violencia política, los movimientos sociales, entre otros. Es autor de numerosas obras como Historia del nacionalismo vasco y de ETA (1994).

Roberto Lertxundi

Nacido en Bilbao (1948) Roberto Lertxundi es médico en la Clínica Euskalduna y durante 12 años ha sido presidente de la Sociedad Vasca de Contracepción. En su faceta política, se inició en ETA a finales de los 60 y posteriormente siguió en el PCE-EPK, donde fue secretario general de 1977 a 1982. Ese año junto a Juan María Bandrés y Mario Onaindia fundó Euskadiko Ezkerra. En la actualidad es senador elegido por el Parlamento Vasco, a propuesta del PSE-EE, desde 2009.

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