Con la voluntad no es suficiente
El bloqueo de la negociación entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía para la nueva gestión del Guadalquivir es una clara demostración de que la voluntad política a veces no es suficiente y que la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló el traspaso del río estableció unos estrechos márgenes difíciles de sortear.
El símbolo del nuevo Estatuto se tambalea y no parece que a estas alturas haya salidas que den cobertura legal a la decisión política -secundada por PSOE, PP e IU- de que Andalucía gestione un río que transcurre casi íntegramente por su territorio.
Los motivos que conducen a pensar que la situación es casi irresoluble no se circunscriben exclusivamente a cuestiones legales. El escenario político es ahora más complejo que el pasado mes de abril, cuando ambas administraciones se dieron seis meses para buscar un encaje legal a la demanda de Andalucía. Las Cortes generales están disueltas; el Gobierno de Zapatero, de salida y los partidos políticos están centrados en los preparativos de las elecciones del 20 de noviembre.
Si en seis meses Gobierno y Junta han sido incapaces de llegar a un acuerdo, es difícil creer que en 15 días o un mes se halle una solución que ponga fin al laberinto jurídico y político en el que se encuentra el Guadalquivir.
Y un dato que no es anecdótico: la Junta de Andalucía mostró ayer su "malestar" con el Gobierno por el atasco de la negociación. En Madrid, el peso de las conversaciones lo está llevando el ministerio que dirige Manuel Chaves, que fue precisamente quien, como presidente de la Junta, más porfió por lograr el traspaso del río. Paradojas de la política.
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