Indignados en Wall Street
Al epicentro del capitalismo mundial, allí donde se inició esta segunda gran depresión, le ha salido un incómodo sarpullido. Cientos de indignados americanos, jóvenes blancos de clase media en su mayoría, han decidido tomar las calles de algunas de sus ciudades y a estas alturas casi 70 núcleos urbanos son el escenario de estas aún pequeñas protestas contra los abusos del poder financiero estadounidense. La llamada a ocupar Wall Street se lanzó el pasado 17 de septiembre desde la revista canadiense alternativa Adbusters. Desde entonces, con más pena que gloria, los manifestantes venían expresando su descontento con el sistema financiero y con los políticos con pequeños campamentos que emulaban a los de los indignados españoles; hasta que un puente tan cinematográfico como el de Brooklyn les ha dado visibilidad. El bloqueo de ese enclave y las 700 detenciones del sábado pasado se abrieron hueco en la prensa mundial forzando a la de EE UU a entrar en un asunto al que habían dado la espalda.
Pero ahora los reporteros pasean por el parque Zuccotti (próximo a la Bolsa de Nueva York) en busca de detalles y los analistas ya han afilado sus plumas, lo que promete dar alas al movimiento durante un tiempo en el país más rico del mundo en el que, sin embargo, hay 46 millones de personas viviendo por debajo del índice de pobreza y una tasa de desempleo que para sus parámetros resulta alarmante (9%). Son datos que, unidos a la crisis financiera y al desencanto de la era Obama, justifican las protestas y las simpatías que despierta. Hasta el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, interpelado por este movimiento se sumó ayer a su manera: "Yo también estoy decepcionado con la marcha de la economía".
Los acampados de Estados Unidos tienen por referencia la plaza cairota de Tahrir y no la madrileña Puerta del Sol. Apenas habían oído hablar de la spanish revolution, con la que tienen más similitudes. Esta se evaporó con el calor del estío y ha dado paso a una clásica y tediosa campaña electoral. Quizá por ello se han saltado el verano y prefieren ver tras la primavera árabe el otoño estadounidense.
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