El Nobel de Medicina galardona por error a un fallecido
La fundación sueca fuerza sus normas para permitir un premio póstumo
Tres investigadores fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de Fisiología (medicina) por su trabajo para sentar las bases del conocimiento del sistema inmunitario. Se trata de un francés nacido en 1941 en Luxemburgo, Jules A. Hoffmann; un estadounidense, Bruce A. Beutler (1957), y un canadiense, Ralph M. Steinman (1943). Pero la Fundación Nobel se ha encontrado con un problema inesperado. Steinman falleció el 30 de septiembre de un cáncer de páncreas. Curiosamente, estaba siendo tratado con una terapia basada en sus propios descubrimientos.
El fallecimiento crea una situación complicada. En 1974 los estatutos de la Fundación Nobel se modificaron para establecer que el premio no se podía dar a título póstumo. Solo se autoriza una excepción: que el premiado muera en el intervalo que va desde que se anuncia la concesión del galardón hasta la ceremonia de entrega.
A última hora de la tarde de ayer, el comité Nobel del Instituto Karolinska decidió mantener la concesión del galardón, al entender que se actuó de "buena fe" y que se trata de una "situación excepcional", en la que creían que premiaban a un vivo. El secretario del comité Nobel del Karolinska, Göran Hansson, afirmó ayer que no iban a nombrar a otro premiado para sustituir a Steinman. "Lamentamos que no haya podido compartir la alegría del premio", dijo Hansson.
En la historia del Nobel desde 1974, este caso solo se ha dado una vez: en 1996, cuando William Vickrey falleció a los pocos días de que se anunciara su premio de Economía. Con anterioridad, solo se concedió póstumamente en dos ocasiones: a Dag Hammarskjöld (Nobel de la Paz en 1961) y a Erik Axel Karlfeldt (Nobel de Literatura en 1931).
En principio, los otros dos premiados debían compartir la mitad de la cuantía (cinco millones de coronas suecas, unos 540.000 euros). A Hoffmann y Beutler se les reconoce el valor de un descubrimiento básico para entender el complicado mundo de la respuesta inmunitaria (la serie de procesos que llevan desde que un microorganismo entra en el cuerpo humano hasta que este es identificado y neutralizado): los receptores proteicos que son los que desencadenan toda la respuesta.
Con la elección, el Instituto Karolinska de Estocolmo, que es el que decide los nombres de quienes deben recibir el premio de Medicina de la Fundación Nobel, pone en primera línea la importancia de la respuesta inmunitaria innata, la que tienen todos los seres desarrollados.
Este hallazgo explica cómo funcionan las vacunas, cómo se libra el hombre de infecciones sin tratamiento -la mayoría-, como la gripe y es la clave en la que se basan los estudios para futuros fármacos, por ejemplo para evitar la infección por VIH.
La otra mitad del premio debía recibirla Steinman. Este había descubierto que esa respuesta inmune se puede educar, y que hay unas células, que él mismo bautizó como dendríticas cuando estaba haciendo el posdoctorado en 1973 en la Universidad Rockefeller, que tienen un papel clave en la respuesta inmunitaria adaptativa. Es decir, que aunque de una manera natural no actúen, se les puede enseñar a reaccionar ante un antígeno (bacteria, virus, hongo...).
Este hallazgo está en la base de las terapias de inmunoterapia que actualmente se están aplicando a algunos tumores, y que se quieren extender a otros procesos.
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