Presas del baile
La compañía Aracaladanza, premio Nacional de Teatro, traslada su escenario a la cárcel de Aranjuez, una de las pocas que conservan un módulo para madres. Danza minimalista para las reclusas y sus bebés
De la celda al taller, del taller al patio y de vuelta a la celda. Esta versión simplificada de la vida en la cárcel se desvanece durante unos minutos con cualquier evento que saque de la rutina a los presos. La compañía de danza Aracaladanza tiñó con sus colores minimalistas y sus coreografías una tarde en el módulo de mujeres del centro penitenciario de Aranjuez.
Las 59 madres y cuatro padres presos llevaron el miércoles a sus 61 hijos menores de tres años al polideportivo de la prisión para que conocieran el último espectáculo infantil de la compañía, Cu-Cuco. La mayoría de bebés se quedó embelesado con los colores minimalistas -rojo, negro y blanco- en cuanto comenzó la música. Las bailarinas aparecían y desaparecían a través de un manto negro esparcido sobre el escenario blanco en el que se sumergían como si fuera el océano. La falta de hábito de los pequeños como espectadores comenzó a notarse a los pocos minutos. Se distraían constantemente por mucho que las bailarinas les mirasen fijamente con una sonrisa en la cara. Todo era nuevo y todo lo querían ver: las cámaras, los altavoces, el equipo de sonido y las caras extrañas que llegaron con la compañía de danza y se sentaron a sus espaldas.
"Con cualquier cosa que se salga de la rutina se pone más activo. Hasta los cojines en los que nos hemos sentado son importantes para él", explicaba Nieves, madre de un bebé de 10 meses. La mujer, encarcelada por robo, cuenta los días para terminar su condena: "El 7 de mayo de 2014". Su hijo vivirá con ella en su celda hasta que cumpla los tres años, que es la edad máxima permitida para mantener el arraigo familiar en los primeros meses de vida. Después tendrán que acogerlo otros familiares o los servicios sociales. "Aquí tiene siempre los mismos juguetes. Hasta una caja de zapatos forrada le distrae".
El centro penitenciario de Aranjuez es de los pocos que aún conservan módulo para madres o parejas (cuando los dos padres son internos). La mayoría de las mujeres que entran a la cárcel con hijos menores de tres años o los tienen allí, cumplen condena en una unidad de madres. Esas instalaciones se parecen más a una residencia que a una cárcel, según un portavoz de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. En Aranjuez, los niños van a la escuela por la mañana. Sus padres los dejan en la guardería, que se encuentra fuera de la zona de celdas pero dentro de la cárcel, y les recogen a la hora de la comida. "Se ve que son niños no son estimulados porque disfrutan el espectáculo pero están más desconcentrados", comenta el director de Aracaladanza, Enrique Cabrera.
El polideportivo de la cárcel alojó hasta en tres ocasiones seguidas el montaje de Aracaladanza. No llegaban a 20 las internas que asistieron a cada pase. El público tenía que ser muy reducido, según las preferencias de la compañía, para poder ofrecer un espectáculo personalizado. "Nos adaptamos a las condiciones que tienen aquí", sopesó Cabrera, con el tapiz de danza y unos biombos blancos instalados a su espalda. "La luz habría centrado mejor la atención", comenta. Las obras de Aracaladanza acostumbran a jugar con puntos de luz en la oscuridad para enfocar el protagonismo en los bailarines o en objetos. "Es verdad que el espectáculo gana con poca luz. Es más íntimo", reconoce una de las dos bailarinas que actuó en el presidio de Aranjuez. Aun así, la compañía se marchó satisfecha con la reacción de las presas.
No habían desmontado el escenario cuando la rutina irrumpió de nuevo en Aranjuez. "Id terminando. Hay que merendar", apremió un funcionario de prisiones a las mujeres que charlaban con los visitantes de esa tarde.
A la segunda va la vencida
No es la primera vez que la compañía de danza Aracaladanza intenta actuar en la prisión de Aranjuez. Trataron, sin éxito, de hacerle un hueco en su gira de 2007 cuando presentaban el espectáculo infantil Tac-tac. Esta vez han conseguido "hacer un regalo" a los niños que viven en la cárcel con sus madres antes de comenzar el tour este fin de semana. "En lo personal me siento muy afortunado de tener todo lo que necesito para vivir", explica el director de Aracaladanza. Enrique Cabrera se dirigió a Instituciones Penitenciarias con la propuesta hace cuatro años y ahora otra vez para entretener a los "niños más necesitados" de diversión. En su cuenta de asuntos pendientes están los menores enfermos de los hospitales. Aracaladanza recibió en 2010 el Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud.
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