_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hombres de poca fe

De niño, cuando mentía, mi abuela me decía que los mentirosos tenían las piernas muy cortas y yo imaginaba que había gente mayor con unas piernas como las mías. La verdad, en las filminas Don Bosco que nos pasaba el cura, era un chico rubio, sonriente y saludable. Eso sucedía a principios de los ochenta, pero si algo se modula de manera sorprendente es la mentira y hoy, 30 años después, el deforme paticorto y el alegre muchacho de rasgos arios se han fundido hasta convertirse en un solo hombre.

Llevamos una mala racha, con las mentiras y los mentirosos. En las últimas legislaturas hemos tenido que aguantarlas y aguantarlos de todo tipo y tamaño. En la mentira, Aznar y Zapatero empatan a muchísimo. Uno no puede recordar sin vergüenza ajena el "créanme, les estoy diciendo la verdad", aquella apelación a la verdad en el caso de las armas de destrucción masiva. O el silogismo del 11-M: había sido ETA y por eso el mundo abertzale y el independentista debían sentirse culpables y, carambola, Cataluña y el País Vasco, también. Lo de Zapatero con la crisis supera también todos los límites del cinismo. Cuatrocientos euros repartió en aquellos momentos de ligera desaceleración y brotes verdes. Qué les voy a contar del "apoyaré el Estatuto".

La mentira que viene va a ser revisionista. Se revisa el pasado con el mismo ahínco que los mercados de futuros

Tenemos mentiras de calibre diverso. Veniales, como inflar los currículos, o realmente viscosas, como todo lo que rodea al caso Palau. Puntuales y sostenidas como la discriminación del castellano en los juzgados catalanes. Todas ellas son mentiras de diapositiva, pronto habrá una nueva generación que no sabrá qué son las diapositivas y ellos siguen en sus trece. Ahí está el verdadero problema: intentan que nos creamos mentiras del siglo pasado, mentiras de Olivetti y multicopista que hoy se perciben con una resolución bajísima, terriblemente pixeladas.

Intentan contarnos el cuento del pastor y las ovejas, que está muy bien, pero es un cuento del Antiguo Régimen. Lo cierto del cuento es que, en realidad, el rebaño fue atacado en diversas ocasiones y que el pastor pidió auxilio a sus vecinos. Sus vecinos, que temían enfrentarse a la jauría de lobos, se inventaron la fábula por miedo, para no correr peligro, y además situaron, con la mentira, al propio pastor como agente provocador y víctima justa. Seguro que les suena a subprime y a Strauss-Kahn.

Los tiempos cambian. Wikileaks añadió cierta emoción al mundo de los efectos especiales, pero nada que pudiese sorprender a los lectores de novela negra. No, no se trata de eso. La mentira que viene es una mentira consensuada e inclusiva, amable como la autoayuda. Zapatero estuvo a punto de dar en el clavo con su fábrica de ficción. Se alejó de la mentira violenta y rotunda de Aznar y lo intentó con el optimismo, la asertividad y la especialización en contar a todo el mundo lo que quería oír.

No, la mentira que viene va a ser revisionista. Se revisa el pasado con el mismo ahínco que los mercados de futuros. El país estará hecho unos zorros, pero entenderemos el porqué y compartiremos las causas con economistas, sociólogos y filósofos. Sabremos qué bancos están arruinados y quiénes fueron los culpables, qué ministro mandó construir aeropuertos sin aviones o qué universidad es la más ineficiente. Lo vamos a saber todo, pero ¿va a servir de algo? La información podrá ser veraz y la realidad sólida o líquida, lo que más le convenga a quien la describa, y a pesar de todo puede que nosotros seamos cada vez más virtuales. Mis 1.743 amigos de Facebook, guapos, rubios y saludables, sonríen con cara de tonto. No les veo las piernas.

Francesc Serés es escritor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_