Llena hasta la bandera
El catalán Serafín Marín matará el domingo el último toro de la plaza Monumental, levantada por Ignasi Morell- El objetivo es declarar la tauromaquia Fiesta de Interés Cultural
Por favor, prohíban más, dirán algunos. Hoy y mañana la plaza de toros de Barcelona va a estar llena hasta la bandera; dos días seguidos con 20.000 personas dentro, un aspecto que muy pocos recordarán si es que alguna vez ocurrió. La culpa no es de los toreros -que salvo José Tomás pasaron por aquí hace unos meses sin pena ni gloria- ni de los toros -que repiten también- sino de una ley autonómica que prohíbe matar ciertos animales a partir del 1 de enero.
Llenos hasta la bandera, reventa por las nubes, famoseo de cuché, periodistas a tutiplén, toreros de postín, antitaurinos de pro... Por dos días, la Monumental de Barcelona parecerá una plaza de toros de verdad, antes de que deje de ejercer la función para la que fue levantada en 1914 por el arquitecto Ignasi Mas Morell.
Un catalán la levantó y otro la cerrará. Al diestro Serafín Marín le corresponderá mañana matar el último toro de la plaza. Pero el aperitivo de hoy es tan atractivo como la corrida del domingo. Los diestros Morante de la Puebla, El Juli y José Mari Manzanares lidiarán toros de El Cuvillo a partir de las seis de la tarde.
Un cartel con suficiente gancho como para que los aficionados opten por comprar el abono de los dos días, táctica que también se ha empleado en otras plazas por donde ha paseado José Tomás. Es una forma de que el aficionado se asegure ver al caballero de la triste figura de Galapagar a precio de taquilla y, por parte de la empresa, es la manera de intentar cubrir el presupuesto. El caché del torero madrileño ronda los 350.000 euros.
Será el primer lleno de la temporada. La empresa Matilla, arrendataria de la propiedad de Balañà, ha organizado 17 festejos (10 corridas, una de rejones y 6 novilladas) y en ninguno se cubrió ni la mitad del aforo, principalmente formado por turistas rusos volcados en autobuses desde las playas cercanas."¡Myasnik!", "¡Myasnik!", gritan desesperados desde los tendidos de sol. Y no quiere decir, "me estoy achicharrando", "me estoy achicharrando", sino, según Google, "carnicero", "carnicero".
Es agosto, plaza semivacía, hasta que unas azafatas vestidas de azul preceden a manadas de personas rojas y semidesnudas. En unos minutos, gracias a ellas la Monumental presenta una entrada que para sí quisiera un equipo de fútbol de Segunda División (perdón, de la Liga Adelante), unas 5.000 personas. Los aficionados extranjeros no paran de gritar o de aplaudir o de fotografiarse, cada una de estas actividades ejecutada en el momento inoportuno para desesperación de los entendidos.
Los entendidos son unas 400 personas, sentadas en sombra, que año tras año pagan su abono de temporada para ver lo que el empresario de turno tenga a bien programarles. Son los mismos, y alguno más, que el domingo pasado asistieron a la novillada de las nuevas promesas del toreo catalán. Media docena de chavales de la Escuela Taurina de Cataluña, que se las vieron por fin ante un animal de carne y hueso, en lugar de tanto entrenamiento con carretillas con cuernos. Jonathan Dublino, de Maçanet de la Selva; Antonio Arrebola, de Sabadell; Abel Robles, de Olot; Alejandro Benito, López Moya y Carlos Martín, de Barcelona, a partir del 1 de enero tendrán que matar novillos en otra parte, aunque eso no les va a suponer mucha novedad, ya lo venían haciendo, bien fuera de Cataluña o bien en Francia, el viaje más habitual y cómodo.
Pese a que el cartel de hoy quitaría el hipo taurino en cualquier plaza, el morbo se deja para mañana. A la habitual concentración de los anti se sumará una manifestación de los pro. Entre medio, mossos d'esquadra y Guardia Urbana, normalmente, en número superior a los manifestantes.
El llenazo será aprovechado por la Federación Taurina de Cataluña para recoger firmas en favor de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), el mismo mecanismo que se empleó en Cataluña para prohibir ahora extendido a toda España y en sentido contrario. El objetivo son 500.000 firmas para que el Congreso de los Diputados tramite la petición de que la fiesta de los toros sea considerada Bien Cultural Nacional y, por tanto, rija sobre lo legislado en un parlamento autonómico.
Las firmas han de presentarse antes del 12 de noviembre y aún faltan 200.000. Los promotores han cambiado de táctica y en lugar de mesas recabando firmas, colocarán pliegos en las sillas de la Monumetal para que cada espectador busque a nueve firmantes. La iniciativa se repetirá en las fiestas de El Pilar de Zaragoza y en la Feria de Otoño de Madrid entre otras plazas. No lo tienen fácil, y lo saben; porque finalmente, quizás sobren prohibiciones, pero lo que es seguro es que faltan aficionados, excepto hoy y mañana.
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