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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los lujos de la justicia

En estos tiempos de austeridad, y suponemos que para dar ejemplo, la Fiscalía Anticorrupción se ha instalado en un palacio decimonónico, de muchos miles de metros cuadrados y coste inimaginable, que albergará a una docena de fiscales. Las obras de rehabilitación, léase destrucción y nueva edificación, han durado dos años y medio. En su realización se han omitido algunos trámites administrativos necesarios para el común de los mortales, aunque no así para el Ministerio de Economía, propietario del inmueble.

Durante esas obras los vecinos hemos sufrido dos años y medio de polvo, sudor y hierro; de grietas en nuestras paredes y de ruido. Pero cuando creíamos que no se podía sufrir más, vemos que el talento del rehabilitador llega a la cima: un monstruoso cajón de metal, de cinco metros de largo y otros tantos de alto, conteniendo torres de refrigeración para el rehabilitado palacio, fue izado y colocado delante de nuestras ventanas, clausurando nuestro patio, privándonos del sol, del aire y de las golondrinas y vencejos que han huido despavoridos para no volver.

Lo que era un patio de manzana, abierto a varias calles, se ha transformado en un cubículo sin sol, y, además, con insoportable ruido todo el día ¡y toda la noche!, incluidos fines de semana y festivos. En fin, refrigeración a tope de power, luces encendidas noche y día, lujo moderno de vidrio y metal, mucho diseño y muchísimo espacio que nos hacen preguntarnos si todo este despilfarro mejorará la justicia, si es lícito que un poder que predica austeridad se instale a todo trapo, con la que está cayendo, si alguien ha pensado en el derecho a dormir, a trabajar en casa, a ver la tele a un volumen normal, de los ciudadanos que tenemos la desgracia de ser vecinos del poder omnímodo.

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En los inicios de esta magna obra, un inocente grupo de vecinos, que se preguntaban sobre los perjuicios que les acarrearía esta construcción, fueron severamente advertidos por un representante (más bien representanta) del Ministerio de Economía. "Esto se va a hacer porque somos el Estado, y el Estado puede hacer lo que quiera". Pues sí que puede.

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