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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El debate fiscal ya no es etéreo

Seguimos con el debate sobre la fiscalidad. En Euskadi, sí, pero también en el resto de España, en Europa, en EE UU..., el debate en torno a los impuestos ha cobrado un protagonismo especial. La crisis ha puesto sobre la mesa cuestiones muy importantes que tienen que ver con la financiación de las políticas públicas y también con la consecución de una sociedad más equilibrada e igualitaria. Porque en medio de los rigores de la crisis, con unas tasas de desempleo tan elevadas como insufribles, el consiguiente empobrecimiento de las personas y las familias y la consecuente disminución del consumo, que acarrea el estancamiento de la economía, hay ricos excesivamente ricos que airean sus grandes fortunas con desvergüenza. Sus ofrecimientos para pagar más impuestos que sufraguen la crisis no son una ayuda desinteresada y gratuita, sino la correspondencia ante el sistema ultracapitalista que les ha permitido ser tan ricos a costa de la pobreza de otros.

La propuesta de López es ahora el meollo del debate económico y social

Acabo de leer que los diez más ricos de España almacenan entre todos 39.586 millones de euros. Por eso no resulta extraño que la palabra "patrimonio" resulte excesivamente golosa para quienes tienen la misión de calibrar los impuestos. A los ricos no les interesa esto y se han empeñado en proponer un impuesto especial que se elimine justamente cuando la economía comience su resurgimiento.

Pero los impuestos sirven igualmente para financiar las políticas públicas dirigidas a propiciar el desarrollo y el crecimiento económico, que las destinadas a financiar el gasto social. El entramado institucional de nuestra Comunidad Autónoma es complejo, y más complejo aún el competencial. Y si a eso le añadimos que el mapa de implantación territorial de los partidos se distribuye tan variadamente, cualquier debate se convierte en un galimatías a nada que se haga con voluntad aviesa. Tal nos ha ocurrido.

A la juiciosa propuesta del lehendakari de revisar los impuestos respondió el PNV con una negativa muy poco fundamentada. Esgrimió que no le correspondía a él hacer la propuesta cuando la función recaudatoria está en las Diputaciones. Peor aún, el portavoz económico del PP vasco no se cortó ni un pelo: "Los planteamientos del lehendakari son etéreos, poco serios, absurdos, una serpiente de verano". Pero veinte días después su jefe Basagoiti afirmó que el PP vasco no haría ascos a un impuesto para ricos.

La madeja se ha ido liando. La Diputación guipuzkoana se mostró dispuesta a revisar los impuestos al alza, en la línea propuesta por Patxi López. Lo que no cabe es el comportamiento del PNV que ha endosado al Gobierno vasco los errores en las previsiones de recaudación fiscal. Están al plato y a las tajadas: critican al lehendakari el hecho de que proponga algo cuando son las Diputaciones las que recaudan, y a la vez le acusan de que la recaudación fiscal en este año está siendo insuficiente. Y lo mismo cabe decir de la licenciosa reunión de los diputados generales de Álava y de Bizkaia para acercar sus posiciones al respecto, es decir para poner en sintonía a las dos derechas de Euskadi. La derecha-derecha del PP y la conservadora del PNV.

Lo cierto es que la deuda de las Diputaciones es importante y ya alcanza el 70% sobre el total de sus presupuestos, mientras que la del Gobierno es algo superior al 40%. Todos ellos han de financiar una larga lista de infraestructuras cuyos calendarios comprometen buen número de años, además de cumplir con sus obligaciones con el Estado (Cupo), y pagar los costos nada desdeñables de las competencias sociales. De modo que la propuesta del lehendakari nunca fue descabellada, porque la baja recaudación y el alto fraude fiscal exigen más responsabilidad y menos electoralismo. ¿Podremos recaudar más sin revisar los impuestos al alza? ¿Podremos seguir prestando los mismos servicios y construyendo las mismas infraestructuras con menos dinero? Los ciudadanos no son tontos. Hasta tal punto no lo son que saben que el Estado de Bienestar que disfrutamos en Euskadi, por encima del español en general, cuesta dinero.

Desde que el lehendakari lanzó su propuesta y escribió su controvertido artículo Para empezar, paguemos todos, la culebra de verano que denunciaba el portavoz del PP no ha hecho más que crecer. Lo etéreo, que denunciaba el antes nombrado, ha adquirido cuerpo, ha provocado propuestas concretas (que llenarán los programas electorales) y se ha convertido en el meollo del debate económico y social.

Lo mejor será que tanto el PNV como el PP vasco, junto a los responsables institucionales surgidos de las últimas elecciones, se sienten a la mesa de la discusión con el único objetivo de mantener el gasto público y, lo que es más importante, preservar el gasto social. En eso distinguiremos los ciudadanos a las derechas de las izquierdas, a los solidarios de los insolidarios, a los buenos de los malos.

Josu Montalbán es diputado de Vizcaya en el Congreso por el PSE-EE.

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