A la caza del piso en otoño
El nuevo curso descubre a muchos jóvenes los sinsabores del mercado
Cristina Gómez lo ha conseguido. Tras mes y medio de búsqueda fallida, por fin ha encontrado su nuevo hogar. Esta periodista de 25 años acaba de firmar un contrato de alquiler de un piso de 65 metros cuadrados en Delicias, a cinco minutos de la estación de Atocha, por 670 euros, comunidad incluida. Vivirá con una amiga en paro y cada una tendrá una habitación grande, donde cabrá su cama de 1,35. La residencia está totalmente renovada: "Todo huele a pintura" y no tiene "muebles basurero", porque, en su opinión, es muy común que los caseros dejen los trastos viejos en las casas alquiladas.
Otros buscadores de pisos aún no han corrido la misma suerte. El precio, las condiciones de los caseros, una localización adecuada, y el estado del inmueble son los principales obstáculos que cualquier futuro inquilino tiene que superar para conseguir las llaves del preciado tesoro. Como Gómez reconoce, "encontrar piso en Madrid es un coñazo, un rollo que da muchísima pereza".
Las exigencias económicas de los caseros son a veces insalvables
"Con educación y buena intención todo va bien", dice una propietaria
A. D., una estudiante francesa natural de la región de Vendée, se ha instalado en Carabanchel. Hubiera querido un barrio más céntrico pero, después de una mala experiencia con la casera de su piso anterior, se ha acostumbrado al barrio. Ahora disfruta de los 60 metros cuadrados de su nuevo hogar, sin casera incluida. Cuando llegó a Madrid a principios de año alquiló una habitación por 500 euros durante seis meses en una casa en Marqués de Vadillo donde también vivían la dueña y su hija, detalle que no supo hasta que se mudó. "Le dije que no iba a firmar ningún contrato si no se iba del piso. Al final accedió, pero dejó todas sus cosas dentro y cada dos por tres venía para comer, utilizar el teléfono o ducharse". A. D. es muy crítica con los propietarios de inmuebles en Madrid: "Se aprovechan de nosotros porque no sabemos nada del alquiler en la ciudad".
Los caseros se defienden: "No soy el típico arrendatario que se desentienda. Me gusta escuchar al inquilino", asegura Fernando López, un administrador de cinco viviendas repartidas en Cataluña y Madrid. Este funcionario, de 44 años, se define como un "propietario coherente" que busca estabilidad en el alquilador. "Pido dos meses de fianza y una garantía de solvencia". "Con educación y buena intención todo va bien", sentencia Beatriz García, propietaria y residente de un piso de 160 metros cuadrados en la calle de Viriato. Esta teleoperadora, de 24 años, alquila tres dormitorios del inmueble que su tía le dejó en herencia, en la zona de Quevedo. Tiene la habitación más pequeña libre y pide 350 euros. Cuando cualquier interesado llama, García le deja las reglas de convivencia claras: el uso de la televisión se cierra a partir de las 24.00, "porque hay que dormir". El salón se reparte entre los inquilinos los fines de semana y si un invitado se queda más de un mes en el piso, tiene que sufragar los gastos ocasionados.
Las agencias, por su parte, siguen repeliendo al inquilino. "Lo último que haría sería contratar los servicios de una inmobiliaria", sentencia Cristina Rodríguez. Carmen Hernández, gerente de la empresa Budian, explica: "Somos conscientes de la mala imagen que tenemos entre los jóvenes, pero las inmobiliarias cuentan con la gran ventaja de poder hacer de intermediarios entre el inquilino y el casero para así evitar futuros problemas".
Eso es lo que hace también el Plan Alquila de la Comunidad de Madrid (www.madrid.org), un servicio de gestión e intermediación entre propietarios e inquilinos. Por un precio algo más bajo que el de mercado (ventaja para el inquilino) media en caso de conflictos entre las partes y se contrata un seguro que cubre durante 24 meses los impagos y desperfectos en las viviendas alquiladas.
Los avales abusivos, el peaje inesperado
La primera sorpresa que se encuentra el forastero es el precio. La capital tiene el metro cuadrado más caro de España (12 euros), solamente superada por San Sebastián (12,5) e igualada por Bilbao, según el portal inmobiliario Idealista.com. Los distritos del sur de Madrid suelen ser más baratos (el metro cuadrado se paga por debajo de los 10), mientras que el barrio de Salamanca, Chamberí, Chamartín y el centro cotizan por encima de los 13. El problema radica en que la mayoría de los estudiantes quieren vivir en el centro. De los 32.000 anuncios que se dieron de baja en Idealista.com el último año, el 12,9% de las viviendas en alquiler se situaban en el interior de la ciudad.
Boris Rodríguez, un estudiante de 21 años, está desesperado y razón no le falta. Llegó de Lugo el jueves pasado pensando que lo de buscar piso era tarea fácil. Estaba tan seguro de su hazaña que él mismo cargó con la búsqueda de una casa para cinco estudiantes. Después de ver "sitios inhabitables por una pasta", se encontró un piso de cinco habitaciones, próximo a la plaza de España por 400 euros, comunidad y calefacción incluidos. ¿El problema? La casera les pedía un aval bancario o la nómina de los padres. Finalmente, se decantaron por lo último, previo pago de una señal de 600 euros. Días después, la dueña del piso cambió las condiciones. "Nos pedía nóminas superiores a 2.000 euros y al no cumplir con el nuevo requisito nos volvió a pedir el aval o que pagáramos el año de alquiler completo (unos 4.800 euros más el mes de fianza). Si no queremos perder el dinero de la señal no nos queda otra que ceder, firmar el contrato y pagar". Cuando se le pregunta por la actitud de la señora, no tiene claro si lo hace para aprovecharse de ellos o "por salvarse el culo".
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