Chirac será juzgado por corrupción sin tener que asistir a las vistas
El expresidente francés es eximido por sufrir una enfermedad neurológica
Jacques Chirac, de 78 años, expresidente de la República Francesa desde 1995 hasta 2007, será juzgado por el viejo caso de los empleos ficticios de su época de alcalde de París (desde 1977 a 1995) pero no comparecerá ante el tribunal. Así, la imagen inédita de un presidente francés sentado en el banquillo de los acusados, finalmente, no se producirá.
El juez del tribunal correccional de París decidió ayer, primera jornada del proceso, tener en cuenta el informe médico remitido por la mujer y la hija del veterano político en el que se afirmaba que Chirac no está en condiciones de testificar. Según este informe, el ex jefe del Estado padece una enfermedad neurológica de la familia del alzhéimer denominada anosognosia, que le impide darse cuenta de que pierde facultades mentales y memoria. Chirac, pues, será juzgado por corrupción, desvío de fondos públicos y amiguismo y, junto a otros nueve encausados, podrá ser condenado o absuelto.
Pero serán sus abogados los que le representen y los que respondan por él ante un tribunal que decidirá finalmente si el expresidente de la República estaba al corriente de la red de corrupción que permitió que una treintena de personas, la mayoría relacionadas con la formación de Chirac de entonces, el Reagrupamiento por la República, cobraran religiosamente su sueldo del Ayuntamiento de París cuando en realidad no ejercían ninguna labor para el municipio. Todo ocurrió hace más de 20 años, pero la inmunidad de la que gozó Chirac por su cargo presidencial y las subsiguientes dilaciones conseguidas por sus abogados han retrasado el juicio hasta ahora.
La Fiscalía de París estaba de acuerdo con dispensar a Chirac de comparecer ante el tribunal por razones de salud. Una de las asociaciones pertenecientes a la acusación civil, Anticor, solicitó otro informe médico para que el proceso se desarrollara "con más transparencia".
Con todo, la clase política francesa respira con algo de alivio. Hay muy pocas voces, a la derecha o a la izquierda, que pidan la comparecencia de un Chirac disminuido físicamente (tiene problemas de memoria, de coordinación y de audición), pero muchos recuerdan también que el enorme retraso de este juicio -que ha pervertido todo el caso- se debe, sobre todo, a la inmunidad de la que gozaba Chirac y de las diversas y progresivas zancadillas judiciales que sus abogados pusieron a la instrucción.
El paso dado por la familia de presentar -y así hacer público- un informe médico tan comprometedor ha sido delicado. Y su decisión -y la del juez- tiene una evidente consecuencia: condena al expresidente Chirac, un personaje que lo ha sido todo en la vida política francesa, que hace meses publicó el segundo y último tomo de sus memorias, al silencio y al encierro, convirtiéndole en un cadáver social sin ningún predicamento público. Entre otras cosas, ya no podrá asistir a las sesiones del Consejo Constitucional, institución que vela por la constitucionalidad de determinadas leyes, entre otras funciones, a la que Chirac pertenecía por su condición de expresidente.
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