_
_
_
_
Reportaje:

De zoo marino a parque jurásico

Una exposición sobre dinosaurios ocupa parte del polémico solar del Fórum

Jacinto Antón

En tanto no se decide su uso futuro, los dinosaurios reinan en el solar del Fórum que debía destinarse a zoo marino. De momento, donde estaba previsto que retozaran delfines, focas y pingüinos se alza incongruentemente inmenso y fuera de lugar un saurópodo de 26 metros de largo y 12 de alto, un brachiosaurio. Con su largo cuello atisba a las jugadoras de voley en la playa de Llevant mientras los niños hacen travesuras a su alrededor y se suben a su cola.

El bicho no es una metáfora de la lentitud y gigantismo de la Administración ni significa que las ocho hectáreas ganadas al mar hayan sido adquiridas, tras aparcar el proyecto de zoo marino el nuevo poder municipal, por la empresa InGen de John Hammond para recolocar el caótico parque jurásico de Isla Nublar. Solo nos faltaría. Es simplemente el reclamo de Dinosaurios park, una exposición ambulante sobre esos animales que se ha instalado todo el verano en una gran carpa en el solar.

En este caso, los dinosaurios no vienen del pasado, sino de Galicia -la exhibición está organizada por la empresa gallega Europreplicadeco, SL-. La exposición, que no es para tirar cohetes ni para creerte que estás en el Smithsonian (o en Cosmocaixa, donde hasta marzo se pueden ver los dinosaurios -de verdad- del Gobi), al menos sirve, como señalaron varios sufridos padres, para que los críos se distraigan un rato y den rienda suelta a su afán de dinosaurios y su sed de aventuras, dos cosas que nunca están de más fomentarles, a ver si un día se van de casa. Además, te puedes fotografiar dentro de un huevo junto a la tienda de recuerdos, en la que solo falta la pepona jurásica. "Es un poco cutrillo, pero peor está la tele", señaló un resignado progenitor vestido como un Alan Grant de polígono mientras su retoño trataba de darle una patada a una reproducción de un velocirraptor que no firmaría Spielberg precisamente. Para impedir acciones como la del niño, la exposición está llena de letreros que advierten de manera bastante insólita: "Prohibido tocar a los dinosaurios".

Todo un poco de estar por casa, como ven, pero con cierto encanto a feria a lo Ray Bradbury. Dinosaurios park (hasta el 2 de octubre) ofrece por siete euros, los adultos, y seis los niños, medio centenar de reproducciones de una treintena de especies a tamaño más o menos natural, algunas con movimiento animatrónico. Tras pasar por unas taquillas que parecen el acceso al tren de la bruja (del que son dignos también algunos dinosaurios), el visitante se topa con varias reproducciones de fósiles. Todo el recorrido está documentado con plafones explicativos de las especies en un loable esfuerzo, aunque algunos textos adolecen de un singular, visto el contexto, exceso de cientificismo ("un pariente de ovirraptor llamado nomingia fue encontrado con un pigóstilo").

Una cabeza de plástico de T. Rex con ojos sanguinolentos ya te da idea de por dónde va a ir la cosa en cuanto a imagen. Tras el preámbulo de huesos, un arco da paso a, ¡tachán!, "la era de los dinosaurios". Unas fotos de paisajes tipo póster y unos arbolillos plantados en el suelo de tierra y piedrecitas, entre ellos un olivo, tratan de sugerir "el hábitat natural del jurásico". En el primer tramo del recorrido figuran una familia de triceratops, el utahraptor y un dinosaurio de pico de pato que abre la boca y mueve la cabeza. Le falta un ojo.

Los más pequeños dan grititos de placer al pasar por las fauces de un tiranosaurio cuya cabeza está dispuesta como un elemento de parque infantil. En un arenal tres niñas excavan el esqueleto de un prosaurópodo del Terciario ("actividad pedagógica"). Los velocirraptores son una de las grandes atracciones. Un puentecito permite cruzar un pequeño cauce de agua junto al que un cocodrilo gigante tiene horrorizada a una chiquilla mientras su padre trata de consolarla -"es de goma, ¿cómo quieres que sea de verdad?, ¿estaría yo tan tranquilo cariño?"; en una peli de Hollywood entonces el bicho, zas, le arrancaría la cabeza-. La niña no parece muy convencida. Le espera un susto aún mayor ante la despiadada reproducción semoviente del barionyx, de garras de pesadilla, que tiene entre sus fauces a una cría de algo irreconocible hecha trizas que se agita desesperada. Aquí han echado el resto los organizadores. Y en el tiranosaurio de tamaño natural que respira, mueve la cola y ruge. ¡Arrrrrrggggg! "¡Eric, deja en paz al tiranosaurio!".

El brachiosaurio al aire libre que sirve de reclamo de <i>Dinosaurios park,</i> ayer.
El brachiosaurio al aire libre que sirve de reclamo de Dinosaurios park, ayer.JOAN SÁNCHEZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_