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FESTIVAL DE TORROELLA DE MONTGRÍ
Columna
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Un invierno en verano

La contralto Nathalie Stutzmann cerró anteanoche su participación en el Festival de Música de Torroella de Montgrí presentando, acompañada al piano por Inger Södergren, el ciclo de canciones Winterreise (Viaje de invierno) de Franz Schubert. La cantante francesa, una de las más reputadas voces de contralto del momento, ya había presentado, en la noche del domingo, un programa dedicado íntegramente a la obra de Vivaldi en el que actuó como cantante y como directora al frente de su conjunto orquestal histórico Orfeo 55.

Por tratarse de un ciclo de canciones que narra en primera persona la desolación de él tras ser abandonado por ella, es tradición que Winterreise sea interpretado por hombres. Sin embargo, la oscura y dramática belleza del mejor ciclo de canciones del mejor compositor de canciones del romanticismo alemán es tanta que, ocasionalmente, se da que mujeres no quieran renunciar a emprender este viaje sin retorno al fondo del propio dolor presentado, en metáfora, como el errar solitario de un caminante en medio de una hostil naturaleza invernal.

A partir de su impresionante voz, una de esas escasas voces de contralto auténtica y no de mezzosoprano reciclada, con graves redondos, timbrados y con cuerpo, Nathalie Stutzmann entró poco a poco en el laberinto de las 24 canciones de Winterreise que, como es preceptivo, interpretó de un tirón, sin pausa.

Al principio todo resultaba un poco postizo y forzado, pero ya a partir de la quinta canción, Der Lindenbaum (El tilo) Sutzmann centró acertadamente su personaje del caminante en un complejo registro de alta expresividad pero muy íntimo, drama sin melodrama, dejando al oyente no como el espectador externo de una tragedia narrada, sino como un observador clandestino que, a través de una ventana, se asoma, sobrecogido, a la catástrofe del alma del protagonista.

Si Stutzmann no fue más allá y entregó un Winterreise bueno, pero no el Winterreise memorable que quizá podría haber logrado, fue porque no estuvo suficientemente secundada en la intención desde el piano. Inger Södergren dio todas las notas, pero estaba sintonizada totalmente en otra onda.

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