Europa contraataca
La prohibición de las ventas a corto confirma que el euro tiene recursos para frenar la especulación
La decisión de prohibir las llamadas ventas a corto de valores de entidades financueras adoptada en cuatro países (España, Francia, Italia y Bélgica) transmite a los mercados bursátiles el mensaje de que la especulación, fundamento del negocio de la renta variable, tiene unos límites que no se pueden cruzar impunemente. Esos límites se sobrepasaron el miércoles cuando una serie de noticias engañosas hundieron la cotización del banco francés Société Générale, cuya caída arrastró a todos los valores bancarios y a todas las Bolsas europeas. La decisión, hecha pública en un durísimo comunicado por la Autoridad Europea de Activos y Mercados, es temporal (en el caso de España se aplicará 15 días, aunque es prorrogable), pero resulta significativo que desde Alemania se reclame la extensión del veto a toda Europa.
El miércoles negro demostró que, a pesar de las pruebas de resistencia y de muchas protestas de fortaleza, la banca europea es extremadamente débil frente a los ataques especulativos. No ha recuperado la confianza de los inversores y sigue siendo un blanco fácil para las operaciones a la baja. Pero, y este es quizá el mensaje más importante de la prohibición, también ha demostrado que las autoridades nacionales son capaces de coordinarse para frenar la tendencia bajista persistente, manipulada por el mecanismo de ventas a corto (se alquilan acciones, generalmente a bancos de inversión, que se venden con la certeza de que bajará su cotización, se recompran a precio más bajo y se obtiene un beneficio, del que hay que descontar el precio del alquiler). Los inversores que juegan a la baja para deprimir un poco más los mercados ya saben ahora a qué atenerse.
Las contraindicaciones de la prohibición, si efectivamente es temporal, serán escasas. Así se demostró en la reacción de ayer en los parqués. No estaría de más que en la cumbre franco-alemana de la próxima semana se considerase la opción de aplicar la medida a la deuda soberana. En todo caso, se sienta el precedente de que las autoridades económicas europeas tienen recursos para aliviar la presión de los mercados. Como señal política, la decisión es un buen paso.
Sin embargo, las expectativas económicas en Europa no mejoran. Francia, con una economía estancada en el segundo trimestre, aplicará más ajustes para contener el déficit. Italia tiene que poner en marcha su propio plan de austeridad. Por estas razones es necesario que Merkel y Sarkozy, líderes europeos de hecho, establezcan una estrategia de estímulo del crecimiento en Europa y, además, trasciendan esta prohibición de urgencia, necesaria ante un episodio de extrema volatilidad e histeria de los mercados, con más reformas institucionales de los flujos financieros. Un mensaje contundente sería que acelerasen la puesta bajo control de las cámaras de compensación las operaciones que hoy se negocian fuera de los mercados organizados, como los credit default swaps (CDS), los activos que cubren el riesgo de impago.
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