Una red social en la sombra amplifica las revueltas
Los alborotadores se coordinan con el chat de Blackberry
"22C9A2(..) #southeast london #blackberry #BBM. #Add". La combinación de números y letras que encabeza el tuit, escrito este domingo por un joven que reside en Londres, es el PIN de su teléfono Blackberry. Con ese código, cualquiera con un móvil de última generación de la misma firma podría incluirle en su chat privado. Es gratis. Siguiente tuit, cinco horas después: "Enfield está siendo saqueada ahora mismo".
Las redes sociales, Twitter y Facebook, se han incendiado al ritmo de la mecha que ha prendido los disturbios de Tottenham y otros puntos de la capital británica tras la muerte de Mark Duggan, de 29 años, en un incidente con la policía. Esta vez, sin embargo, la revuelta no se propagó en la Red. Lo hizo a través del BBM (Blackberry Messenger), servicio de mensajería instantánea que comparten los usuarios de este smartphone y que ya se conoce como la red social en la sombra.
El servicio de mensajería utilizado es gratis, rápido y difícil de rastrear
"Los agentes me están siguiendo", fue el último mensaje que Duggan tecleó en su Blackberry. Fue su despedida, una huella que ahora están siguiendo cientos de londinenses para salir a la calle. El periodista del diario británico The Guardian Paul Lewis contó a primera hora de la tarde de ayer, y tras abrir su correo a mensajes del BBM, hasta seis puntos diferentes del norte de Londres donde los jóvenes se habían dado cita. Y sigue la mecha: el BBM de cualquier propietario de Blackberry engorda con nuevos contactos a través del PIN, correo electrónico o nombre de otro usuario. El chat no tiene coste alguno, es rápido y, sobre todo -aquí está la miga de la revuelta londinense- tiene un sistema de codificación que no deja rastro y complica el trabajo policial para seguir las pistas. Dicho de otro modo, solo los contactos del BBM conocen su contenido. Y eso no sucede con Twitter o Facebook.
Ya en marzo de 2009, la Policía Montada de Canadá se quejó de las trabas que el encriptado de Blackberry ponía a su labor de seguimiento telefónico. Obstáculos que hacen de este móvil, propiedad de la compañía canadiense Research In Motion (RIM), el preferido de los criminales, según denunciaban las autoridades del país norteamericano.
"Cualquiera que esté en el norte [de Londres]", decía el domingo un mensaje del BBM rebotado a la Red, "que se venga a las cuatro en punto a la estación de Enfield". Exhibicionismo al margen, solo RIM, a través de sus estaciones en EE UU y Canadá, almacena y tiene acceso al contenido de los mensajes. La filial británica de Blackberry se solidarizó ayer a través de Twitter con los "afectados por los disturbios". "Nos comprometemos a ayudar a las autoridades como sea", decía el tuit.
Ese "como sea" podría pasar por el cumplimiento de la llamada RIP (Regulation of Investigatory Powers), la ley británica que faculta a las autoridades a intervenir las comunicaciones privadas. En este caso, en la de cientos de adolescentes. Según los datos de la Ofcom, el regulador de las comunicaciones británico, el 37% de los más jóvenes de Reino Unido eligen Blackberry. "Es una cuestión de estatus", relata un español residente en Londres. Otros modelos de nueva generación -como el iPhone, que usan los ya no tan jóvenes- carecen de servicio de mensajería instantánea gratuito.
Pero Blackberry no es solo el favorito de los encapuchados británicos. También es el modelo de teléfono elegido por los venezolanos (compraron el 70% de los aparatos vendidos en América Latina en 2009) hasta el punto de acuñar el término socialismo de Blackberry. Y gusta mucho también en Oriente Próximo. La compañía RIM, para evitar un posible veto, ha tenido que abrir la mano en países como Emiratos Árabes Unidos, Arabía Saudí e India.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.