Malos tiempos, buenos tiempos
El semanario The New Yorker ha publicado un minucioso relato de la operación militar que acabó con la muerte de Osama Bin Laden el pasado mes de mayo. Una de las sensaciones que quedan en el lector es que los Navy Seals, las tropas de élite que mataron al líder de Al Qaeda, son un cruce entre Chuck Norris y los X-Men. Nuestra imaginación está ya tan moldeada por la ficción que se ha convertido en un prisma para observar la realidad. En los últimos tiempos, podemos decir que los superhéroes forman parte de la vida. Ya lo cantó David Bowie, "podemos ser héroes, solo por un día".
Superman nació a principios de los años treinta, cuando la Gran Depresión arrastraba Estados Unidos hacia la miseria y el mundo se encaminaba hacia la II Guerra Mundial. Han sido un elemento esencial de la cultura popular desde entonces -Umberto Eco ya teorizó sobre ellos en los años sesenta en su clásico ensayo Apocalípticos e integrados-. Los malos tiempos son buenos tiempos para los superhéroes. Empezaron en los tebeos y pasaron al cine y la televisión con más o menos fortuna, pero la explosión de los efectos especiales digitales, que arrancó en los noventa con Parque Jurásico, ha contribuido a llenar las salas y las arcas de las grandes productoras.
Aunque no son solo tipos como el Capitán América, Thor, Lobezno, Batman o Linterna verde, los que arrastran multitudes. Los superhéroes nacieron mucho antes de la Marvel y de DC Comics, que siguen vendiendo decenas de miles de ejemplares semanales de sus estrellas. En realidad, entre Supermán y los dioses de Homero o entre Batman y Ulises no hay una diferencia tan grande. Desde El señor de los anillos hasta Juego de tronos, desde el Capitán Alatriste hasta Harry Potter, Tintín o D'Artagnan, los héroes son personajes extraordinarios en tiempos complicados, son la persona adecuada en el momento equivocado, tengan o no superpoderes. A veces vuelan, exhiben una fuerza ilimitada o sueltan rayos de colores, a veces son simplemente soldados cansados que han perdido el miedo a la muerte, otras su mejor arma es su ingenuidad; pero hay algo que los une a todos: tener un enemigo que pueda llegar a derrotarles.
Umberto Eco ya señaló que el principal problema de Supermán era precisamente su invencibilidad: necesita para seguir siendo un héroe a Lex Luttor y la kriptonita, necesita malos a su altura o incluso más fuertes que él (en El caballero oscuro, la entrega más exitosa de la saga de Batman, Heath Ledger como Jocker se merendaba a Christian Bale y su antifaz). Y, en estos tiempos tan desdichados, los héroes se enfrentan al gigantesco enemigo de un mundo que da la impresión de derrumbarse con cada nueva noticia. Qué mejor refugio que una sala oscura y un individuo con capa y superpoderes.
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