Un fluido reparador de las vías corporales
Tanto los galenos como el diccionario académico definen el aperitivo como un fluido reparador de las vías corporales por donde transita. Lejos de enjuiciar tan docta interpretación, sí querría aportar mi particular visión sobre tan digno acto. El aperitivo es un trance casi místico, que influye en quien lo bebe de una forma tan provechosa que este queda bien dispuesto para gozar intensamente cualquier tesitura que acontezca. Piensen ustedes lo accesible que uno siente Nápoles después de un Campari tomado en Gambrinus o cómo se ve Nueva York tras un dry martini preparado en Daniel. Por no hablar de lo agradablemente seco que uno siente el verano habanero al salir del Floridita habiendo degustado un daiquiri o lo cálido que resulta el invierno moscovita al haber ingerido un vodka en el Shalyapin Bar del hotel Metropol. Ahora bien, si tuviera que ilustrar mi perspectiva del aperitivo, les diría que no se pierdan la experiencia de tomar lo que el camarero les recomiende en el Four Roses del South Miami antes de lanzarse a la difícil noche de esa ciudad; ni obviar el atardecer en el futurista barrio de Pudong de Shanghai tomando algo en la terraza del Bar Rouge, situado en la otra orilla del río Huangpu; o qué decir del maravilloso Pisco Sour que uno puede disfrutar desde alguno de los muchos bares situados en el malecón limeño observando el Pacífico. Ponga un aperitivo en su vida, se lo recomiendo encarecidamente. En caso de no hacerlo corremos el riesgo de no gozar debidamente al carecer del filtro oportuno.
Manuel Llombart es director general del IVO
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