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Análisis:El presidente anticipa el fin de su mandato
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El mal menor

Los cuatro últimos meses del año giran política y parlamentariamente en torno a los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Así es todos los años, pero en unos se nota más que en otros, pues a los PGE les ocurre lo que a las familias de Tolstoi, que, cuando son felices, se parecen unos a otros, pero, cuando son desgraciados, cada uno lo es a su manera.

El presidente del Gobierno tenía que enfrentarse este otoño a un presupuesto sumamente desgraciado, cuyo debate se iba a convertir más que en un debate sobre las cuentas públicas para 2012, en la moción de censura que el líder del PP no se ha atrevido a presentar. Sin disolución el Gobierno se enfrentaba a cuatro meses de una falsa moción de censura, que, justamente por eso, iban a ser de una esterilidad más que notable desde cualquier punto de vista.

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José Luis Rodríguez Zapatero no podía permitirse el lujo de terminar sus años de presidente del Gobierno de esta manera. Ni por él, ni por el país, ni por su partido. Él tiene la obligación, no el derecho sino la obligación, de poner fin con dignidad a su estancia en La Moncloa. Tiene la obligación de hacer posible que el debate en el país en estos últimos meses de 2011 no sea en torno a su propuesta, como habría ocurrido inevitablemente sin disolución, sino en torno a las diversas posibilidades con opciones de gobierno. Entre otras cosas, porque su propuesta no podía ir más allá de 2012 y el país necesita que se le hagan propuestas con más recorrido. Y tiene la obligación de no dejar a su partido en una posición imposible para concurrir ante los ciudadanos.

Su permanencia en el poder se había convertido en un obstáculo para que el debate político en el país pudiera hacerse en los términos que la situación exige. Y el tiempo que quedaba tampoco posibilitaba que se pudiera hacer más de lo que se va a hacer en el mes de septiembre, que no es otra cosa que finalizar la tramitación parlamentaria de decisiones que ya están materialmente tomadas.

Me imagino que le tiene que haber resultado muy doloroso llegar a esta conclusión, pero las cosas son como son. En política, el mal menor es la regla y el bien deseable, la excepción. En esta su segunda legislatura José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido ocasión de aprenderlo.

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