Un nuevo hueco para el jazz

Los 16 imponentes frescos de Sert que decoran la iglesia de San Telmo se fusionaron ayer con los acordes de Jan Bang. El museo recientemente reinaugurado tras su remodelación, nuevo escenario del Jazzaldia, ha irrumpido con fuerza y el jueves, día de comienzo de la cita, ya tenía colgado el cartel de no hay entradas. Los atractivos de poder disfrutar de la música en el claustro, patio y la iglesia de un convento del siglo XVI, reconvertida en pinacoteca, y la novedad son las razones que esgrime Miguel Martín, director del Festival, para justificar el éxito de San Telmo. "En el museo hay espacios que aportan mucha magia, únicos, diferentes y la atmósfera que se respira los hacen inigualables, es un contexto absolutamente único", apunta el responsable de la cita.

El escenario colgó el cartel de no hay entradas el pasado jueves

San Telmo se estrenó el viernes con las actuaciones de Lloyd Cole Small Ensemble, Kirstin Asbjørnsen y Mostly Other People Do the Killing (MOPDtK). "La puesta en escena y el sitio fue espectacular y la acústica estupenda", señala José Manuel Pérez, director de la web distritojazz.com, en referencia a la actuación de Lloyd Cole en el claustro de San Telmo. El crítico también destaca el espacio en el que se desarrolló el recital de Kirstin Asbjørnsen, el patio que separa la ampliación del museo con la parte antigua del centro, "es muy amable y se está muy a gusto. Es un espacio recogido pero a la vez descubierto, da una sensación íntima".

La oferta de San Telmo se completó con la actuación de MOPDtK, en el salón de actos del Museo, y aquí, Pérez advierte que para determinados conciertos el espacio puede resultar insuficiente "puede quedar muy pequeño y me dio la sensación de caja de cerillas", aclara. A pesar de la angostura de la sala el crítico subraya la calidad de la acústica y el potencial del área, recubierta de madera, para la programación de conciertos con poco público, de corte íntimo y donde propuestas acústicas, como la de MOPDtK, pueden brillar.

El principal escollo, el de la acústica, parece quedar resuelto. "La iglesia es un sitio un poco más complicado si hablamos de sonido", recuerda el director del Jazzaldia, "para el primer concierto hemos tenido que instalar un equipo muy sofisticado, que distribuye el sonido por toda la planta para que llegue de forma correcta a la audiencia, pero también hay otros conciertos, como por ejemplo el de Jan Garbarek & The Hilliard que no lo requieren, porque cantan a capella", continúa.

Pero además, San Telmo ha venido a engrosar la oferta del Jazzaldia como un espacio intermedio entre la oficialidad del Auditorio del Kursaal y la generosidad e improvisación de la playa de la Zurriola con su Escenario Verde. "El museo reúne la exquisitez de un espacio donde la escucha es fácil, directa y cómoda y la relajación de otros", explica Martín. El responsable de la cita musical pone como ejemplo que en los espacios habilitados del museo para las actuaciones como el claustro, el patio o la iglesia los asientos no están numerados y la proximidad del público con el artista es total. "Planteamos cada noche para que los escenarios acojan el tipo de música adecuada, hay cantantes que están predeterminados para un espacio", añade Martín.

Alrededor de 750 personas se acercaron a San Telmo el viernes, el aforo completo y un éxito del que todavía Martín parece no querer dar cuenta de momento. "Es un éxito a priori, en cuanto a la venta y el interés generado", puntualiza, pero prudente añade: "Todavía hay que ver cómo salen los conciertos y si la elección ha sido adecuada".