Por fin, griego clásico para catalanes
Vox edita la traducción al catalán del mítico diccionario de José Manuel Pabón
Si usted o sus hijos han estudiado griego clásico, lo habrán hecho, casi con toda seguridad, con el Diccionario manual griego clásico-español que el catedrático José Manuel Pabón (1892-1978) realizó en 1967 a partir del que en 1942 creó con su colaborador Eustaquio Echauri. Aún hoy es el diccionario griego por antonomasia para los estudiantes de bachillerato, como demuestra el más de un millón de ejemplares vendidos desde entonces. El mito cuenta ahora con una traducción y adaptación al catalán editada por Vox, que ha puesto en el mercado 7.000 ejemplares.
"El griego es la única asignatura que sufre en Cataluña una curiosa diglosia: las clases, las traducciones y los exámenes son en catalán, pero el diccionario base es en castellano", argumenta Vicenç Reglà, profesor de latín y griego, y coordinador del equipo que, junto con Remei Tomás, Guillem Cintas y Priscila Borrell, ha elaborado la versión. Y es que la bibliografía catalana en este campo es prácticamente un erial, a la espera de la obra que desde 2001 preparan para Enciclopèdia Catalana un grupo de profesores universitarios dirigidos por Francesc Cuartero y Joan Alberich, que aparecerá el año próximo. Guadalupe Golobardes elaboró en 1985 un diccionario (Pòrtic), "pero no contiene ejemplos de palabras en su contexto; no tiene peso para ser de referencia", cree Reglà. "Tenemos en Cataluña una gran tradición y una gran escuela de traducción clásica, pero no un buen diccionario de referencia al estilo del Bailly francés, el Liddell-Scott inglés o el Castiglioni Mariotti italiano".
Reglà y su equipo lo tenían claro: "No podíamos crear un diccionario de la nada porque son un mínimo de 10 años, por lo que optamos por coger uno que ya funciona". Y que lo hace bien porque "contiene muchas formas verbales irregulares, sus entradas se encuentran fácilmente y autores y obras como Homero y el Nuevo Testamento están generosamente referenciados" (en total, 10 escritores y 26 obras).
Problemas técnicos aparte (el Pabón no está digitalizado, lo que comportó trabajar con las ediciones fotomecánicas, que han acabado con los años dando problemas de lectura de signos diacríticos; por otra parte, se usó el teclado virtual Euclides, inventado por un grupo de la UB, para poder escribir las letras griegas), el equipo de Reglà ha invertido mucho tiempo en ajustar las acepciones del diccionario, quizá su talón de Aquiles. "El mayor esfuerzo lo hemos destinado a encontrar el término justo de cada vocablo, a dar mayor precisión en los giros morfológicos y sintácticos". Pero no solo eso: han adaptado todas las citas a partir de las versiones de los clásicos publicados por la Bernat Metge, han añadido la toponimia catalana y, sobre todo, han incorporado un sistema de equivalencias de monedas y su valor en 2010. "Hemos cogido el valor de un denario romano como 14,60 euros actuales y con las equivalencias hemos calculado dracmas y talentos".
Reglà quiere que la versión catalana del Pabón sea vista también como un acto de resistencia y dignificación de la enseñanza del griego. "Como asignatura pende de un hilo. ¿Si es útil saber griego clásico? Si con ello quiere decir si se saca un beneficio económico, no, claro, pero ¿por qué nadie se plantea si es útil saberse las valencias de química? Quien sabe griego escribe y habla mejor, y entiende mejor el entono sociopolítico y cultural que nos rodea como europeos; con esa lengua se transmiten una lecturas y unos valores." Y por ello recuerda, en tiempos tan insolentes, el dicho de Goethe: "Que cada uno sea griego a su manera, pero que sea griego".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.