Vergüenza judicial
Leo con estupor el artículo de José Yoldi Manual de cómo ignorarse a sí mismo (EL PAÍS, 11 de julio), sobre los tejemanejes del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo (TS) para imponer como vocal de sala a Gimeno-Bayón, a pesar de que no cumple la mayoría de los requisitos exigidos para el cargo, y a pesar de existir un dictamen del propio TS que impide a esta persona ocupar dicho puesto.
Por estas líneas curso invitación a los jueces y magistrados involucrados en tan vergonzoso asunto para, aprovechando que aún está en cartelera, ir a ver la película Confucio, ese célebre filósofo chino que defendía las tradiciones siempre que fueran beneficiosas para los individuos y el conjunto de la sociedad, y proclamaba la importancia de la ética en todos los ámbitos del Estado, particularmente en los órganos judiciales, cuyas actuaciones siempre deben servir de modelo y ejemplo para los ciudadanos..
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